LOGROÑO, 22 Jun. (EUROPA PRESS) -
Toda la población de La Rioja respiró aire contaminado por encima de las directrices de la OMS, según el informe sobre la calidad del aire de Ecologistas en Acción, que concluye que los 320.000 habitantes riojanos estuvieron expuestos durante 2023 a una contaminación que excede las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Aunque la ciudad de Logroño no llegó a incumplir el nuevo límite legal anual del dióxido de nitrógeno, "su Ayuntamiento no ha implantado todavía la obligada zona de bajas emisiones, vencido hace año y medio el plazo legal para ello".
El informe elaborado por Ecologistas en Acción analiza los datos recogidos en 785 estaciones oficiales de medición instaladas en todo el Estado español, entre ellas 5 situadas en La Rioja.
Entre sus principales conclusiones, destacan:
Durante 2023 la calidad del aire en La Rioja ha mejorado respecto a los años 2022 y anteriores a la pandemia, con una reducción significativa de los niveles de partículas (PM10 y PM2,5) y ozono, en porcentajes superiores al 10 % respecto a los promedios del periodo 2012-2019, pero aumentando un 27 % los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2).
El informe de Ecologistas en Acción toma como referencia los nuevos valores límite aprobados por el Parlamento Europeo el pasado 26 de abril, que deberán alcanzarse antes de 2030. De acuerdo a esos umbrales y a los obsoletos límites legales todavía vigentes, en 2023 no hubo población que respirara aire contaminado ni superficie expuesta a niveles de contaminación que dañan la vegetación.
Si se tienen en cuenta los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), mucho más estrictos que los límites legales vigentes y nuevos, y el objetivo a largo plazo para proteger la vegetación de la Unión Europea, el aire contaminado afectó en 2023 a la totalidad de la población riojana. En cambio, por la caída del ozono la totalidad del territorio riojano estuvo libre de niveles de contaminación que dañan la vegetación.
El año 2023 fue seco y el segundo más cálido en España desde al menos 1961. La estabilidad atmosférica activó los episodios de contaminación por partículas, en su mayor parte procedentes del norte de África. El alto calor estival contribuyó al aumento del ozono, en especial durante las olas de calor de julio y agosto. El cambio climático se confirma como un factor determinante en el agravamiento de los episodios de mala calidad del aire.
El factor esencial para explicar la caída de la contaminación atmosférica durante 2023 es la evolución de la actividad económica tras la pandemia de la COVID-19. El consumo de combustibles fósiles y electricidad se redujo el año pasado y las fuentes renovables cubrieron más de la mitad de la demanda eléctrica, limitando las emisiones de las centrales térmicas de gas, estando cerradas la mayoría de las de carbón, las más contaminantes.
La contaminación del aire debería abordarse como un problema sanitario de primer orden. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, en 2021 fallecieron prematuramente hasta 21.000 personas en el Estado español por enfermedades agravadas por la mala calidad del aire, más de un centenar de ellas en La Rioja, según el Instituto de Salud Global. Los costes sanitarios y laborales derivados de la contaminación atmosférica representan según el Banco Mundial 50.000 millones de dólares al año, un 3,5 % del PIB español.
Los Planes de Mejora de la Calidad del Aire son obligatorios según la legislación vigente, pero en muchos casos no existen, y en otros son inefectivos por falta de voluntad política. El Ayuntamiento de Logroño carece de un protocolo frente a episodios de contaminación como los que periódicamente afectan a la ciudad, en situaciones meteorológicas estables.
Vencido hace año y medio el plazo para que todos los municipios de más de 50.000 habitantes establezcan zonas de bajas emisiones, para mejorar la calidad del aire y mitigar el cambio climático, el Ayuntamiento de Logroño no la ha implantado todavía, pese a los abundantes fondos europeos que está recibiendo para ello.
La única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando la movilidad activa peatonal y ciclista y el transporte público limpio. También es necesario promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de combustibles fósiles, penalizar el diésel, reducir el uso del avión y una moratoria de las nuevas macrogranjas ganaderas.