MADRID, 4 Feb. (EUROPA PRESS) -
El Ayuntamiento de Madrid ha celebrado hoy un homenaje conmemorativo del 75 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau por las tropas soviéticas; un encuentro en el que desde la Plaza de la Villa se ha llamado a no olvidar este "infierno en la tierra" que acabó con la vida de "6 millones de judíos".
Así lo ha expresado el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, frente a representantes del Consistorio, estudiantes de instituto y representantes israelíes de organizaciones como la Comunidad Judía de Madrid o el Centro Sefarad-Israel.
El regidor ha pedido "mantener viva siempre la llama de la antorcha de uno de los episodios más negros de la historia de la humanidad", y que dicho episodio "no sea dulcificado de ninguna manera porque en aquellos días se contempló la deshumanización extrema, por completo".
Ha puesto el acento en la necesidad de "estar vigilantes porque el totalitarismo muta y ataca a las sociedades democráticas". Además, ha ensalzado al pueblo judío, "un maestro en la libertad humana" que "ha sobrevivido a los avatares de la historia". Asimismo ha tenido un recuerdo para el "ángel de Budapest", Ángel Sanz Briz, que salvó la vida de los judíos.
El acto, que ha puesto el foco en el mantenimiento de la memoria, ha comenzado con la intervención del presidente de la Comunidad Judía de Madrid, León Benelbas, quien ha pedido "no callar" ante el creciente "brote de antisemitismo" y ha advertido de que estos conatos violentos pueden acabar derivando en "leyes discriminatorias".
Un "resurgimiento del antisemitismo" que considera que ha ganado terreno a lo largo de este año y que amenaza con sobrepasar una "barrera que no se podía pasar". "Hoy volvemos a oír injurias que nos sobrecogen, pero hoy sabemos que las palabras pueden transformarse en campos de concentración y el insulto en leyes discriminatorias", ha lanzado.
ENCENDIDO DE SEIS VELAS POR LA MEMORIA
El homenaje central ha sido el encendido de seis velas en memoria de las víctimas del Holocausto, cada una de ellas dedicadas a un colectivo. La primera, encendida por Rhoda Henelde de la Comunidad Judía de Madrid, a la memoria de los seis millones de judíos asesinados en persecuciones, guetos y campos de concentración.
Dos alumnos del IES San Isidro hicieron lo propio con la que ha representado al millón y medio de niños judíos asesinados por nazis. El presidente del Pleno de Cibeles, Borja Fanjul, Paco Ramírez de la organización LGTBI Colegas; Concha Díaz --en representación de los republicanos españoles--, y un representante del Colectivo Gitano han prendido la memoria por los otros colectivos que sufrieron la violencia nazi como personas con discapacidad y testigos de Jeováh.
En cuarto lugar, representantes del Centro Sefarad-Israel encendieron la vela en memoria de los Justos entre las Naciones --aquellos que ayudaron a salvar a miles de perseguidos--; la quinta en honor a los supervivientes del Holocausto ha corrido a cargo de la Embajada de Israel y, por último, el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, han encendido una vela por la preservación de la Memoria de las víctimas del Holocausto y de los Justos entre las Naciones.
El homenaje ha continuado con la lectura de 'El Male Rajamin' --Señor Misericordioso-- en hebreo y español a cargo de Rav Pinhas Punturello; que ha culminado con un minuto de silencio en honor a las víctimas de la Shoá.
MANTENER LA MEMORIA Y TRADUCIRLA "DE RECUERDO A RELATO"
En el acto conmemorativo también ha tomado la palabra la embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon, ha puesto el foco en la necesidad de mantener viva la memoria, especialmente cuando los testigos directos del Holocausto "están desapareciendo" y por ello la historia "pasa de recuerdo a relato", una memoria que entiende como parte de los "elementos básicos " de la sociedad como el respeto a los demás o una sociedad civil fuerte.
"Primero la exclusión, luego la deslegitimación y por último la deshumanización", ha desgranado al representante de Israel, quien ha apuntado que fue este proceso el que consiguió que hubiese cómplices silenciosos.
Frente ellos, ha situado la labor de "aquellos pocos no judíos que arriesgaron sus vidas para salvar las cuando esta no valía nada" y ha subrayado la importancia de mantener fijados en la historia 'Los Justos entre las Naciones', aquellas personas que hicieron frente al exterminio de los judíos "como individuos, comunidad y trayectoria histórica".
También ha hablado el director general del Centro Sefarad-Israel, Miguel de Lucas, quien ha comenzado alabando el compromiso y los nexos de España con el pueblo judío y las víctimas. En esta clave ha recordado que el primer acto oficial de la nueva titular de Exteriores, Arancha González Laya, fue la conmemoración del 75 aniversario de la liberación de Auschwitz en el Parlamento Europeo o la presencia de los Reyes de España en los actos en el campo de concentración y en Israel.
LA HISTORIA DE RHODA
Uno de los momentos más emotivos del acto ha sido cuando ha tomado la palabra Rhoda Henelde Abecassis, superviviente del horror nazi. Nació en el barrio judio de Varsovia, "que ya entonces el gobierno polaco lo había convertido en un gueto pero no amurallado". La invasión de Polonia se produjo cuando ella estaba descansando en una casa de campo de sus abuelos junto a su madre. "Pertenezco a generación de niños judíos nacidos en Europa, de los cuales un millón y medio fue asesinado con saña y total intencionalidad", ha lamentado.
Tras marcharse a la URSS, su padre pasó a formar parte del Ejército Rojo. Entonces, ella y su madre fueron deportadas a Siberia. "Nos despedimos allí mismo, nos introdujeron en un tren de ganado que nos llevó a la ciudad siberiana de Tomsk, y nos condenaron a vivir en una comuna de mujeres delincuentes. Pasamos tres años allí, donde mi madre trabajaba por una ración de pan para ambas", ha relatado en Plaza de la Villa.
Su padre cayó en el frente. Fue entonces cuando llegaron a Ucrania, donde sufrieron palizas y vejaciones por ser consideradas "sucias judías". Allí celebraron el fin de la guerra, y Rhoda vivió los "días contados" de su felicidad en la infancia.
"La ciudad se iba poblando de polacos no judíos. Un día mi madre me alertó de no salir a la calle, pues un judío había sido apaleado. Aún recuerdo cómo nos arrimábamos a la ventana, asustadas, pues volvía a faltar la comida. Ignoramos entonces que las palizas no eran lo peor, y que tres masacres tuvieron lugar en Polonia", ha continuado ante un auditorio conmovido.
Una noche fueron en su búsqueda los brigadistas, judíos palestinos que luchaban contra los nazis bajo bandera británica. Fueron trasladadas a un gran edificio donde prepararían "la huida de Polonia". Allí tuvo que separarse de su madre para poder huir ambas, "todo ello de forma clandestina, sobornando a los guardias fronterizos".
"Nuestro propio país natal nos convirtió en apátridas, poco menos que los delincuentes de Europa. Fuimos introducidos en camiones y viajando de noche cruzamos fronteras e hicimos paradas. Solo vimos la luz del día a llegar a Praga. Allí en un cómodo edificio lo pasamos muy bien jugando con la nieve. Nos quedaba recalar en Viena, en un viejo edificio donde los niños dormíamos en un sótano donde las ratas campaban a sus anchas", ha continuado.
Tras una estancia allí, Rhoda llegó a su destino, los campos de personas desplazas en la zona norteamericana de Alemania ocupada. "En Europa, los judíos que se salvaron solo estaba seguros en el país de sus asesinos", ha indicado.
Un día, cuando Rhoda caminaba en una fila de niños, oyó su nombre en yiddish. Era su nombre. "Corrí hacia ella. Los niños nos rodearon sonrientes por mí, aunque con algo de envidia porque eran huérfanos. Casi cuatro años de mi infancia pasé en cuatro de estos sucios campos", ha concluido.