BRUSELAS, 24 Oct. (EUROPA PRESS) -
Bélgica se ha despertado consternada por el anuncio del grupo automovilístico Ford de cerrar en 2014 su planta de producción en la ciudad belga de Genk, e incluso el primer ministro, Elio di Rupo, ha contactado con los responsables de la marca en Europa para recordarles "sus obligaciones" con los trabajadores.
El traslado de la producción de la planta belga a las instalaciones del grupo automovilístico en la localidad valenciana de Almussafes supondrá la pérdida de 4.300 empleos directos y otros 5.000 indirectos.
La noticia ha sido portada de los principales medios digitales y ha abierto informativos, mientras que los partidos políticos envían comunicados para mostrar su descontento y el Gobierno de la región de Flandes se dice "engañado" por Ford.
Además, los sindicatos han advertido de que el cierre de la fábrica será una "catástrofe" para miles de familias y acusan al grupo de cerrar Genk y mantener la planta valenciana porque, dicen, los salarios son más bajos en España.
Por su parte, Di Rupo ha asegurado en un comunicado y a través de las redes sociales que el Gobierno federal está "consternado" y ha revelado que se ha reunido este mismo miércoles con la dirección de Ford, acompañado por varios miembros de su Ejecutivo, incluida la ministra de Empleo, Monica de Coninck.
En el encuentro, Di Rupo y sus colaboradores han recordado a la marca estadounidense que tiene "unos deberes y obligaciones como empleador" y han advertido de que las autoridades federales y regionales colaborarán para "asegurar un acompañamiento óptimo a los trabajadores".