MADRID 18 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los accionistas de Toyota han vuelto a darle un voto de confianza al equipo directivo de Akio Toyoda durante la junta general que se ha celebrado este martes en Japón restando importancia a la crisis de gobernanza del fabricante y el escándalo derivado de las pruebas de certificación de seguridad de los vehículos.
A pesar de que dos de los proxys --firmas de asesoramiento de accionistas-- habían pedido votar en contra de la reelección de Toyoda, los accionistas han respaldado al equipo directivo tras un año de resultados comerciales históricos y la popularidad del presidente entre los inversores minoristas de la empresa.
El director general de Toyota, Koji Sato, que sucedió a Toyoda como director ejecutivo el año pasado, ha reiterado durante su intervención ante los accionistas sus disculpas por los problemas de certificación que han provocado la paralización de producción de varios modelos, pero ni él ni Toyoda han abordado directamente las recomendaciones de los proxy.
Los datos de apoyo definitivos a la dirección se darán a conocer este miércoles, aunque la empresa ha confirmado que una elevada mayoría ha respaldado los supuestos de la empresa rechazando incluso una propuesta de los accionistas que solicitaba que Toyota emitiera un informe anual sobre sus actividades de lobby relacionadas con el clima.
"El grupo considera que las medidas contra el cambio climático son una de sus tareas de gestión importantes y está completamente concentrado en lograr la neutralidad de carbono para 2050", ha comentado Toyota al explicar su recomendación de voto a los accionistas.
Dentro del accionariado del fabricante, casi un millón de propietarios de participaciones son empresas japonesas como bancos y aseguradoras que cuentan con alrededor de un 39% de la propiedad total de la empresa. Asimismo, otro 25% de la compañía está en manos de entidades corporativas, casi el 22% en firmas extranjeras y los accionistas individuales ostentan un 14% del paquete de participaciones.
Las acciones de Toyota han triplicado su valor durante el último lustro hasta alcanzar los casi 3.800 yenes (unos 22,42 euros) durante las jornadas previas a que estallara el escándalo de las certificaciones de seguridad de sus vehículos cuando los títulos se desplomaron hasta los 3.000 yenes (17,70 euros).