La sensibilidad a la belleza, no obstante, no proporciona tanto bienestar como el agradecimiento, el perdón o el sentido del humor
MURCIA, 16 Oct. (EUROPA PRESS) -
La capacidad de apreciar la belleza en obras de arte, en la naturaleza o en el físico de otra persona mejora el bienestar, aunque de una forma más leve que otras cualidades como el agradecimiento, la capacidad de perdonar o el sentido del humor, según investigaciones recientes, algunas de las cuales realizadas por el departamento de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.
Así lo ha hecho saber en declaraciones a Europa Press la catedrática de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, María Dolores Avia, quien ofrecerá una charla sobre 'Apreciación de la belleza y bienestar' con motivo de las I Jornadas de Psicología Positiva que tendrán lugar los próximos 24 y 25 de octubre de 2013 en Murcia organizadas por el Colegio Oficial de Psicólogos de la Región y la Sociedad Española de Psicología Positiva.
En su ponencia, Avia abordará la capacidad de las personas para apreciar, disfrutar y también ser capaces de crear belleza. Se trata, afirma, de una característica que no se da por igual en todo el mundo, ya que hay personas que tienen esta característica más acentuada y otras con una sensibilidad muy baja para quienes lo importante es lo utilitario y cuyo perfil se suele corresponder con gente materialista, utilitaria y "un poco zafia".
Avia explica que su investigación se ha centrado en analizar las ventajas que tiene poseer esta cualidad y ha descubierto que la apreciación de la belleza mejora el bienestar de la persona de una forma significativa, pero su influencia es bastante baja frente a otras cualidades estudiadas como el agradecimiento, la capacidad de perdonar o el sentido del humor.
"Si eres más sensible a las cosas, disfrutas más con ellas y eso repercute obligadamente en el bienestar", destaca esta catedrática, quien, no obstante, reconoce que no es un tipo de bienestar que aporte una gran euforia como, por ejemplo, cuando alguien te agradece una cosa que has hecho.
Avia afirma que la gente que cuenta con esta sensibilidad no sólo percibe lo bello, sino que también aprecia las cosas que otros hacen muy bien, es decir, la excelencia. De hecho, las personas que son unas "chapuzas" o que hacen las cosas para salir del paso no tienen la misma posibilidad de disfrutar y, por tanto, de sentirse mejor cuando ven una obra que realmente está bien hecha.
Una de las razones por las que el efecto de la belleza sobre el bienestar puede ser bajo se debe a que la persona es también sensible a la "fealdad y los atentados a la belleza". Lo que sucede, agrega, es que la persona sensible a la belleza "hace algo para evitar la fealdad o lo zafio, lo que compensaría un poco su malestar", justifica.
Para llegar a estas conclusiones, Avia y su grupo de investigación crearon una escala para medir esta sensibilidad, haciendo preguntas a las personas sometidas al estudio.
EL CONCEPTO DE BELLEZA
Avia explica que también hay gente con mal gusto, pero admite que es un terreno complicado y subjetivo porque la belleza, afirma, es una cuestión cultural y educativa. Por ejemplo, recuerda que hay cosas 'kitsch' que son horribles pero que la gente las adquiere adrede "porque están de moda y llaman la atención".
No obstante, considera que una persona con mal gusto "puede disfrutar de su particular percepción de la belleza" y aclara que "lo que importa es tener una idea clara de lo que es bello". En estos casos, explica, "sería interesante entrenar la percepción de la belleza" porque estas personas "están dispuestas a gastar un tiempo en ese cometido".
Se trata de apreciar la belleza de una obra de arte, la belleza de otra persona o la percepción de la naturaleza, que a su juicio es "una de las cosas que a menudo más te sobrecoge y conmueve". A este respecto, destaca que las personas que son sensibles a la belleza de la naturaleza, por ejemplo, "van a ser más cuidadosas con el entorno".
En base a sus estudios, advierte que la belleza física "tiene importancia", pero es algo "más sutil que otras variables que repercuten enseguida en el bienestar". Por ejemplo, hablar con una persona bella te hace sentir bien pero no te cambia la vida, al contrario de la capacidad de perdonar una gran ofensa, que proporciona "un alivio y una mejora muy grande en la vida".
PERFIL DE PERSONAS SENSIBLES
Una vez que los investigadores tuvieron una escala para medir la sensibilidad a la belleza, compararon esta graduación con otros rasgos de la personalidad. El objetivo era averiguar si la persona con esa capacidad reunía otra serie de requisitos, si el perfil de estas personas responde a un patrón determinado. ¿Cómo es la persona sensible a la belleza? es lo que querían saber
Efectivamente, Avia afirma que hay un perfil de persona sensible a la belleza, aunque no ha querido adelantar datos porque se trata de una investigación que está ahora mismo en marcha y que una de sus alumnas doctorandas va a desgranar, precisamente, en las I Jornadas de Psicología Positiva que tendrán lugar en Murcia.
La catedrática asegura que la sensibilidad a la belleza "se puede entrenar". De hecho, recuerda que cuando los colegios e institutos organizan excursiones de niños y adolescentes a museos "están intentando enseñarles algo que, a lo mejor, en su casa no han visto", algo que "se recuerda y se practica".
El grupo de investigación de la Universidad Complutense que dirige Avia llevó a cabo una intervención específica orientada a mejorar la sensibilidad a la belleza en personas que no la tenían muy desarrollada y, efectivamente, se consiguieron resultados, aunque "modestos", es decir, lograron "mejoras pero no demasiadas".
Para entrenar esta sensibilidad, los investigadores piden "pequeños sacrificios" a las personas como, por ejemplo, que dediquen una parte del día a darse cuenta de qué cosas les resultan bellas. Es decir, se trata de focalizar la atención de las personas que no tienen muy desarrollada la capacidad de percibir la belleza a cosas a las que habitualmente no les dan mucha importancia y que, en cambio, sí que son cuidadas por personas sensibles.
Por ejemplo, una persona más sensible a la belleza no necesita estar delante de una obra de arte o un paraje especial, sino que en una casa cualquiera percibe si el mobiliario es armónico, si quitaría alguna cosa o si hay elementos que "desentonan", remarca Avia.
Así, los investigadores ponen ejercicios a las personas que cuentan con una menor sensibilidad, y les animan a intervenir en escenas, haciéndoles conscientes de cómo ese entorno se puede mejorar, para luego comentarlo en público. Fundamentalmente, se trata de "dedicar un poco de tiempo a reflexionar sobre este punto".
Además, propone la meditación durante 10 ó 15 minutos o, simplemente, prestar un poco de atención a lo largo del día a los detalles que son bellos o podrían mejorar para que, antes de ir a dormir, anoten las cosas que son importantes.
Estos entrenamientos son eficaces a corto plazo con las personas desprovistas de sensibilidad a la belleza, pero al cabo de un periodo de tiempo la gente "vuelve a sus niveles previos" porque una intervención de este tipo "no puede tener la misma influencia que tienen sus propios hábitos".
Avia achaca la imposibilidad de mejorar a que esta característica está asociada a rasgos de personalidad. Sería necesario, por tanto, mantener ese tratamiento en el tiempo para que dén resultados a largo plazo.
Ahora mismo, admite, hay "muy pocos estudios en este ámbito", y considera que es algo "más importante de lo que se cree". De hecho, considera que si este rasgo se cuidara un poco, mejorarían muchas cosas , porque se trata de un reflejo del "espíritu de las personas".