MURCIA, 13 Abr. (EUROPA PRESS) -
El psicólogo deportivo Juan González Hernández ha criticado que el deporte infantil federado genera "violencia y competitividad" entre los propios niños y en sus entornos, desembocando en las peleas que frecuentemente se pueden observar en algunos partidos de categorías inferiores e, incluso, en broncas de padres a hijos porque lo que prima, por encima de todo, es ganar y compararse con el resto de jugadores.
Frente a ello, este psicólogo junto con otros profesionales, lideran desde 2011 una exitosa propuesta alternativa denominada 'Liga Brave' que emplea el deporte base como herramienta para formar a los niños en la solidaridad, el esfuerzo y el respeto, gracias a un sistema que mide precisamente esos valores y clasifica a los equipos en función de ellos, proporcionando a los preadolescentes recursos que van a ser cruciales en su madurez.
González, que es profesor de Psicología del Deporte en la Universidad de Murcia (UMU), ha lamentado que los entrenadores de los equipos infantiles federados acostumbran a decir que forman a sus jugadores pero, al final, lo único que quieren es ganar porque, en muchos casos, "les va el sueldo en ello". La competitividad, a la larga, "fomenta que te compares a favor o en contra de alguien que es mejor o peor que tú".
"Pero tú no eres mejor que yo ni yo soy mejor que tú, simplemente somos dos seres humanos que hacemos cosas diferentes, y esto se puede transmitir perfectamente a un niño", defiende en declaraciones a Europa Press este psicólogo, quien cree que la apuesta por el deporte de base "no debería de ser una comercialización de marcas de clubes" tal y como está planteada actualmente.
Y es que, al final, desvela que estos clubes quieren tener a muchos niños en sus filas para, de esa forma, tener más cuotas e ingresos con los que potenciar una marca y un escudo. La Federación sólo toma cartas en el asunto cuando se repiten peleas entre padres o sucede algo "gordo y mediático", poniendo en marcha campañas "eventuales" que no buscan prevenir.
Además, critica que las ligas federadas, por lo general, no tienen capacidad para atender toda la demanda de niños que piden ser inscritos, sobre todo en determinados deportes como el fútbol. Y es que hay pueblos en los que hay un solo club sin capacidad suficiente como para tener varios equipos de cada categoría con ciertas garantías de competir, por lo que muchos menores quedan excluidos.
Frente a ello, este psicólogo cree que el deporte infantil "debería de ser una apuesta real y valiente (brave) por educar y formar a través de una herramienta" que, en el caso de la 'Liga Brave', es el fútbol pero que podría ser la música o la pintura.
Esta iniciativa alcanza un colectivo de 3.000 niños de toda la Vega Baja del Segura (Alicante) con edades comprendidas entre los 6 y los 12 años que no entran en el sistema federativo.
La 'Liga Brave' tiene el mismo formato que cualquier otra competición y los niños juegan todos los domingos. Además, rigen las mismas reglas competitivas y rutinas que en el fútbol federado, es decir, bonifica con 3 puntos al que gana, 1 punto para el que empata y 0 para el que pierde, lo que arroja una clasificación 'normal'.
Paralelamente, hay una clasificación 'fair play' en la que se otorgan puntuaciones en los partidos en base a otro tipo de criterios que evalúan ciertas conductas de deportividad como tender la mano al rival cuando está en el suelo, saludar al rival o reconocerle un buen partido, así como celebrar los goles con ellos.
En este tipo de ligas, González ha reconocido que hay equipos que son muy superiores a otros y se dan resultados muy abultados, por lo que establece una norma mediante la cual, a una diferencia superior a diez goles, el equipo que va ganando empieza a perder el partido. Si uno de los equipos avasalla al adversario, resulta penalizado.
Para señalar las conductas deportivas y antideportivas, el árbitro se sirve de una serie de tarjetas, como una de color amarillo (1 punto) otra roja (3 puntos), una tarjeta marrón que señala conductas antideportivas (5 puntos) y una tarjeta verde que señala conductas deportivas (-1 punto).
Las tarjetas verdes y marrones se pueden sacar al entrenador (x2) o a la grada (x3), de forma que los padres y entrenadores, el entorno, contribuye a que los niños tengan un mejor comportamiento y puntuación final en la clasificación fair play. El objetivo es conseguir que en un partido haya más conductas deportivas que antideportivas y que dejen de estar obsesionados por ser mejor que el contrincante, explica González.
El que más puntos tenga, al final de la competición, es el equipo menos deportivo del campeonato. La organización, finalmente, entrega un premio mucho más atractivo a los ganadores de la clasificación 'fair play' que a los de la competición normal.
RESULTADOS
"Hay mucha gente que piensa que, como son chicos que no son muy buenos en el fútbol, esta iniciativa les mantiene entretenidos", lamenta González. Sin embargo, remarca que algunos de los jóvenes que han pasado por la 'Liga Brave' han llegado a las bases del Atlético de Madrid, o las del Valencia CF, lo que ha desmontado la tesis "o estas federado o nunca llegarás a ser futbolista". Y es que lo que a los 6 años de edad no es una cualidad, probablemente unos años después se revela como tal, defiende González.
Al mismo tiempo, la 'Liga Brave' busca prevenir y educar a los jóvenes y a su entorno, proporcionándoles recursos útiles para la madurez en una edad crítica de su desarrollo moral. "Son herramientas útiles para que los niños crezcan por sí mismos y sean personas que estén más preparadas para soportar presiones psicológicas, para manejar situaciones de cambio, mantener una coherencia y autoestima o para crecer en personalidad", afirma.
Después de 4 o 5 años, los chavales muestran respeto "brutal" entre ellos, y ya no existe rivalidad entre pueblos, sino que se toman el bocadillo entre los niños de cualquier equipo, tal y como confirma González.
En el caso de haber incidencias, como un padre descontrolado o que se pone a hablar airadamente, los árbitros lo recogen en un acta y, posteriormente, el equipo del Area Psicoeducativa se presenta en el entrenamiento del equipo y hablan con los padres, el entrenador o con los niños si es necesario, practicando con ellos alternativas para aceptar y controlar su conducta cuando sucede algo que creen que no debería pasar.
Los responsables de la liga realizan seminarios de padres, entrenadores y árbitros en los diferentes equipos, en los que se divulga la utilidad de emplear el fútbol base como una herramienta para crecer. Se trata de un proceso constante de reeducación del adulto y del niño a través del deporte.
FUTURAS INVESTIGACIONES
A partir de este año, González ha anunciado que van a empezar una investigación longitudinal para comparar a jóvenes que han pasado por la 'Liga Brave' y otros que no la han disputado para, de esta manera, comprobar si la evidencia científica demuestra que la iniciativa está generando realmente una utilidad en este tipo de recursos personales.
De hecho, la liga ha firmado este año dos contratos de investigación con la Universidad de Murcia (UMU) sobre la investigación en conductas de 'bullying' y la impulsividad en el fútbol base y otro sobre hábitos de alimentación y depresión en niños de fútbol base.
Tanto González, como el Director de la Liga Brave, Pablo Martínez, explican que la iniciativa emplea el fútbol porque es el deporte más llamativo y mediático, pero también potencia que los niños practiquen otras modalidades deportivas para que pueda descubrir otras aptitudes y cualidades "el fútbol es la excusa, la educación y madurez es el motivo", afirman ambos.
Para ello, los organizadores también celebran jornadas multideporte en las que, a lo largo de una semana, no se practica fútbol, y si otras modalidades deportivas.