Recuerda que Kennedy intervino en 1962 para "proteger los derechos" de la minoría negra en Misisipi frente a la "desobediencia" del gobernador
MADRID, 4 Dic. (EUROPA PRESS) -
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha publicado este lunes un artículo de opinión en 'The New York Times' en el que rechaza la idea de un independentismo catalán "pacifista y democrático" y lo describe como un movimiento "supremacista" en el cual los que disponen de más recursos apuestan por separarse del resto.
Con este artículo, titulado 'Los catalanes le debemos una explicación al mundo', Rivera pretende ofrecer, desde su punto de vista, una explicación del proceso independentista y sus consecuencias. Considera que los lectores probablemente no comprendan cómo han podido producirse los acontecimientos de los últimos meses en "una próspera democracia europea" como España, "conocida por su libertad, su tolerancia y sus regiones con un amplio autogobierno".
El líder de la formación naranja se refiere, por ejemplo, a "la caricatura franquista y represiva que los separatistas intentan vender" cuando hablan de España. Recuerda que la Constitución de 1978 fue aprobada en Cataluña con un apoyo del 91% y señala que España es "uno de los países más descentralizados" del mundo y con "los más altos estándares de democracia", unas afirmaciones que apoya con datos de Eurostat y un estudio de 'The Economist'.
En cuanto al independentismo, lo equipara con movimientos populistas surgidos en otros países occidentales y dice que sus líderes han sido "muy listos" a la hora de proyectar una imagen alejada de lo que, en su opinión, realmente son: "un nacionalismo excluyente, basado en las diferencias culturales, económicas y lingüísticas".
"Ha renovado su imagen y se ha presentado como pacifista y democrático. (Pero) detrás de este cambio de imagen hay un sentimiento supremacista que define a este movimiento", afirma, indicando que el independentismo se ha servido de los medios de comunicación y del sistema educativo para difundir su propaganda durante 30 años y hacer un "lavado de cerebro" a los catalanes.
Asimismo, acusa a los gobiernos del PP y del PSOE de, a cambio de pactos políticos, haber "cedido privilegios y autoridad" a los gobiernos nacionalistas de Cataluña sin haber ejercido sus labores de supervisión y coordinación.
TRADICIONALMENTE CONSERVADOR Y OLIGÁRQUICO
Rivera también destaca en el artículo que las variables que mejor explican el secesionismo catalán son el origen y el nivel socioeconómico, en el sentido de que tiene más respaldo entre personas con altos ingresos y profundas raíces catalanas, mientras que el apoyo a la unidad de España es mayor entre las personas con menores ingresos y con vínculos más estrechos con otras regiones de España.
"Esto convierte el nacionalismo catalán, tradicionalmente conservador y oligárquico, en un movimiento a través del cual quienes más tienen quieren emanciparse del resto", concluye el presidente de Cs, que insiste en que el proceso independentista ha contribuido a dividir a la sociedad catalana y generar inestabilidad política que ha provocado el éxodo de empresas y la bajada del turismo en Barcelona.
Tras afirmar que "la mayoría de los catalanes quieren participar en un proyecto común para el futuro de España", Rivera dice que no se resigna a ver "una Cataluña aislada en un mundo globalizado ni más fronteras en la era de las sociedades abiertas". "Frente a los que promueven la ruptura, yo demando diálogo. Frente a la exclusión, pido coexistencia, federalismo y unión, no provincianismo y división; Estado de Derecho, no arbitrariedad; y pluralismo y libertad frente al dogma y la imposición", reclama.
Para explicar mejor la situación en Cataluña y su rechazo al referéndum de autodeterminación unilateral, el líder de Ciudadanos recuerda cómo en 1962 el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, "también tuvo que intervenir para proteger los derechos de grupos minoritarios que habían sido pisoteados".
Se ha referido así a "la desobediencia y la violación de derechos" por parte del gobernador de Misisipi, Ross Barnett, que aún reivindicaba la segregación racial en la Universidad de Misisipi pese a que el Tribunal Supremo la había declarado inconstitucional. Kennedy defendió entonces que los ciudadanos "son libres de estar en desacuerdo con la ley, pero no de desobedecerla".