MADRID 4 Oct. (EUROPA PRESS) -
La Audiencia Nacional celebrará el juicio contra los encausados por la presunta estafa piramidal de Arbistar en marzo de 2025 en la sede de San Fernando de Henares (Madrid). El tribunal ha programado 14 días de sesiones y prevé que quede visto para sentencia el 11 de abril.
Así consta en un auto de la Sección Tercera de la Sala de lo Penal, recogido por Europa Press, en el que explican que ponen fecha a la vista dado que en abril adquirió firmeza la resolución por la que acordaban la apertura de juicio y toda vez que ya cuentan con el escrito de acusación del Ministerio Público.
Fue en junio de 2023 cuando el juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama acordó procesar a los siete presuntos miembros de una trama criminal que, a través de la plataforma de comercialización de criptomonedas Arbistar, habría defraudado más de 92 millones de euros a cerca de 32.000 inversores.
En su auto, el titular del Juzgado Central de Instrucción Número 4 procedía contra el supuesto líder de la trama, Santiago Fuentes Jover, y otras seis personas por delitos de organización criminal y masa de estafa. Además, imponía a todos ellos el pago de una fianza solidaria con la que hacer frente a una eventual condena de 123 millones de euros.
El juez cuantificaba en torno a los 32.000 el número de perjudicados, de los cuales han quedado individualizados cerca de 5.000, y valoraba en más de 92 millones de euros el total de la cantidad defraudada. Señalaba que 55 de los perjudicados lo fueron en una suma superior a los 50.000 euros cada uno, y otros 17 en 250.000 euros.
UN ALGORITMO QUE NUNCA EXISTIÓ
El magistrado explicaba en su resolución cómo a través de la web de Arbistar los procesados comercializaban el uso de determinados programas automáticos de inversión llamados Community Bot, que bajo eslóganes como 'con este sistema siempre se gana' y 'ganar es la única opción', garantizaba a los inversores unas ganancias entre un 8% y un 15% mensual, con el único requisito de que en dos meses no podrían retirar su dinero.
Estos programas automáticos (bots), continuaba el juez, supuestamente tenían como fundamento un software que aplicaba un algoritmo de inteligencia artificial, con el cual se garantizaba la obtención de beneficios. "Sin embargo, dicho algoritmo nunca existió y, por tanto, únicamente se vendía humo", subrayaba.
De esta manera, Arbistar ofertaba una inversión asegurando la obtención de una rentabilidad asegurada, al haber desarrollado un robot que realiza automáticamente arbitraje con criptomonedas.
El inversor, tras instalar este software en el ordenador personal, tan solo debía esperar a recibir abundantes ganancias, que inicialmente se cifraban en torno a un 8% y un 15% mensual y que eran pagaderas semanalmente, siempre los sábados, con opción de sumar estas rentabilidades a las cantidades iniciales invertidas o podían optar por el reembolso.
Sin embargo, reiteraba el juez, "dicho programa automatizado nunca existió, basándose la oferta de negocio en una ficción". Calama explicaba que lo que esta trama hizo realmente fue utilizar una parte del dinero obtenido de los inversores para entregarlo a otros inversores anteriores en pago de los altos intereses convenidos.
Esto, incidía, generaba una gran confianza en ellos acerca de que su inversión era segura y muy rentable, de suerte tal que ellos mismos se incentivaban para invertir una mayor cantidad de dinero con la esperanza de obtener un beneficio aún mayor.
LA EXISTENCIA DE UN "PLAN AMIGO"
"Este esquema tipo piramidal no solamente se usaba para que los que habían invertido aportaran más dinero, sino para atraer a nuevas personas que invirtieran al ver los grandes beneficios casi inmediatos que percibían los anteriores inversores", continuaba el magistrado.
A estos efectos, indicaba, a los inversores se les ofertaba también un "plan amigo" a partir del cual si los clientes conseguían incluir nuevos clientes obtenían una importante compensación.
Así, el artificio del engaño que desplegaron los responsables de Arbistar contaba con una red comercial activa y motivada por los incentivos económicos, un aparato de publicidad eficaz, y presencia en las redes sociales, indicaba el juez.
El éxito del negocio, añadía, generó la imagen que cualquier burbuja especulativa precisa, la percepción de que el inversor siempre gana, y que las ganancias de la inversión siguen creciendo, lo que se convirtió en la mejor publicidad del producto.
Otra de las estrategias de captación utilizada por los procesados fue la celebración de actos públicos en hoteles y salas de congresos con los que promocionarse y conseguir nuevos inversores, como el celebrado en Málaga el 27 de mayo de 2019.
"EL NEGOCIO NO EXISTÍA": ERA "UNA MERA SIMULACIÓN"
Con todo, decía el juez, Arbistar se mantenía por los flujos de tesorería que se recibían gracias al incremento de los contratos, ya fueran renovaciones de clientes fieles, ya nuevos inversores. El dinero de los inversores permitía saldar las deudas con ellos contraídas, y era una partida en crecimiento sostenido, el indicador esencial del colapso anunciado. "El negocio, pues, no es ya que careciera de racionalidad económica, sino que no existía, era una mera simulación", subraya el instructor.
Una vez recibido el dinero de los inversores, indicaba, Arbistar no destinaba el dinero recibido a inversiones con las que generar beneficios y satisfacer sus obligaciones, sino que inmediatamente canalizaba todo el capital recibido a otras mercantiles diseñadas con el fin de distraerlo.
Los procesados, "con evidente ánimo de lucro, hicieron creer a las víctimas que tenían una estructura empresarial seria, capaz de generar unos fáciles y suculentos beneficios a todos los que confiaran en su fraudulento sistema basado en un bot de arbitraje automatizado, siendo dicho engaño la causa del desplazamiento patrimonial que hicieron todos y cada uno de sus inversores, cuando en realidad dicha sistema no era más que un espejismo causado por la ceguera de la ganancia prometida".
UN SISTEMA DISEÑADO "SOLO PARA GANAR"
Para el juez, el relato de hechos demuestra la existencia de un entramado criminal constituido en torno a la figura de Santiago Fuentes Jover, que lideraba la organización, y de la que el resto de los procesados formaba parte ejecutando distintas tareas operativas necesarias para el funcionamiento de la escenificación.
Todos ellos, insistía, colaboraron para poner en marcha la misma con el fin de acaparar ingentes cantidades de dinero bajo el paraguas de contar un software diseñado "solo para ganar".
Con este objeto, Fuentes Jover habría diseñado, implementado, dirigido, y ordenado, una estructura de sociedades mercantiles (situando al frente de las mismas a distintos miembros de la organización, con diferentes cometidos y grados de responsabilidad) y que asumen otro tipo de actividades gestoras, financieras, o informáticas.