Ana Julia Quezada: "No quería matar a Gabriel, solo taparle la boca porque chillaba negra fea"

AV.-Ana Julia Quezada empieza a declarar admitiendo que "dio muerte" al niño Gab
AV.-Ana Julia Quezada empieza a declarar admitiendo que "dio muerte" al niño Gab - Rafael González - Europa Press

Actualizado: martes, 10 septiembre 2019 19:03

ALMERÍA, 10 Sep. (EUROPA PRESS) -

Ana Julia Quezada ha admitido este martes ante el tribunal de jurado que mató el 27 de febrero de 2018 al niño de ocho años Gabriel Cruz en la finca familiar de Rodalquilar, en Níjar (Almería)

"Sí" ha dicho escueta a la primera pregunta de la fiscal Elena Fernández Lora, quien, de forma directa, le ha espetado si "dio muerte al hijo de su pareja sentimental".

Quezada ha roto a llorar desconsolada al oir su voz en una escucha teléfónica en la que insultaba a la madre del pequeño llamándola "hija de puta, mala persona" después de que, de manera reiterada, haya afirmado que no "tuvo ningún problema" con ella.

Así, y tras rechazar también que le habría propuesto al padre casarse una vez que apareciera el pequeño, Quezada ha insistido en que solo recuerda haber puesto la mano "en la boca y en la nariz" del niño "para que se callara", de forma que se quedó "bloqueada" cuando se dio cuenta de que el menor no respiraba, según su versión. "Me quede allí un rato, me puse a fumar como una loca, salía y entraba, salía y entraba, no sabía lo que hacía", ha explicado en relación al día de los hechos.

Quezada ha narrado que fue entonces cuando decidió coger una pala que había en el jardín y cavar un agujero junto a la alberca que había en el exterior, donde introdujo al niño y trató de enterrarlo, para lo que previamente le desprendió de sus ropas salvo los calzoncillos y los calcetines; una actuación para lo que no ha podido ofrecer una explicación. "Fue entonces cuando lo cojo de los dos bracitos y lo saco fuera y lo meto en el agujero", ha dicho tras haberle exhibido la pala con la que hizo el hoyo.

USÓ UN HACHA PARA OCULTAR EL CUERPO

En esta línea, y tras reconocer que no hizo el transporte del cuerpo "con cuidado", ha detallado que decidió entrar de nuevo a la vivienda y recuperar el hacha por la que supuestamente había discutido de forma previa con Gabriel, para terminar de ocultar el cadáver, ya que "le quedó una manita fuera" y "quería que quedara enterrado". "Creo que le di un golpe, con la cabeza mirando así porque no era capaz", ha dicho la acusada, quien posteriormente se hizo con la ropa y la metió en una bolsa para llevarla a casa de la abuela de Gabriel.

Aunque ha mantenido la versión del accidente y no ha podido explicar por qué ocultó las ropas del niño, Quezada tampoco ha podido ofrecer una explicación sobre los motivos por los que no dio aviso a los servicios de emergencia. "No pude llamar a nadie. Llamé a mi hija y a un montón de gente, pero no pude, no pude decirle a nadie lo que había pasado", ha reiterado.

Tras explicar su actuación durante la búsqueda, en la que ha reconocido que usó una camiseta de Gabriel para dar una pista falsa y que así le "atraparan" y haber estado en la finca en al menos otras cuatro ocasiones con distintas personas, ha detallado que finalmente se dirigió a la finca el domingo 11 de marzo por la mañana con su perra para desenterrar el cadáver.

"Quité la madera y todo lo demás, destapo a Gabriel y lo intento tocar, pero no puedo", ha indicado antes de especificar que sacó del coche, que había aparcado junto a la alberca, una toalla que llevaba habitualmente para evitar el pelo del perro y con ella envolvió el cuerpo del menor para meterlo en el maletero y poner rumbo a Vícar. Antes de marcharse, volvió a hablar por teléfono con el padre de Gabriel para decirle que estaba en la playa.

La acusada ha negado reconocerse en la grabación efectuada por la Guardia Civil en el interior del vehículo en la que pronunciaba expresiones como "¿Quieren un pez? Le voy a hacer un pez, mis cojones" y se cuestionaba si podría dejar el cuerpo en algún invernadero, aunque se ha reconocido en las fotografías que se le han mostrado de su último paso por la finca.

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