MADRID, 8 Jun. (EUROPA PRESS) -
El viernes da comienzo una nueva campaña electoral para repetir las elecciones generales, después de que los comicios del pasado 20D dieran lugar a la primera Legislatura fallida de la historia. La contienda electoral arranca marcada por la incertidumbre sobre el resultado debido a la caída del PSOE que auguran todas las encuestas, que alertan que podría ser superado por la coalición Unidos Podemos. Los mismos sondeos apuntan un hipotético empate entre el bloque de la izquierda y el del centro derecha.
Precisamente ese empate de los dos bloques que resultó del 20D es lo que ha impedido la constitución de un nuevo Ejecutivo a pesar de los cuatro meses de negociaciones que han mantenido los partidos, en los que se simularon posibles pactos, que nunca fructificaron, para culpar al contrario de la falta de acuerdo.
Sin embargo, y aunque no parece que estos meses hayan cambiado mucho las posiciones, la nueva campaña se presenta con algunos rasgos diferenciales respecto a la del mes de diciembre de 2015.
No sólo porque la 'pelea' por el voto va a estar entre el bloque de izquierda y el de centro derecha, después de que la mayoría de los sondeos da como resultado un empate inicial entre ambos. También porque en el ámbito de la izquierda está por ver cómo funciona la coalición de Podemos con Izquierda Unida y si ésta es capaz de adelantar al PSOE, como pronostican las encuestas.
LA PELEA POR LA HEGEMONIA DE LA IZQUIERDA
Los socialistas se están volcando por desmentir los sondeos, cuyos datos reflejan, en muchos casos, que la coalición de Pablo Iglesias y Alberto Garzón se alzarían con el segundo puesto, al menos en porcentaje de voto. De hecho, algunos dirigentes del PSOE reconocen en privado su temor a que la premonición de los sondeos se acabe haciendo realidad en estos comicios.
Por ello, algunos socialistas ya han comenzado a medir el éxito en función de los escaños que obtengan, en la creencia de que, aunque el partido morado pueda superarles en votos, no lo hará en escaños.
Sin embargo, no están realizando, por el momento, una campaña agresiva hacia Podemos --más allá de culparles de que no haya habido un Gobierno de izquierdas que desbancara a Rajoy--, como reclaman algunos históricos del partido e incluso parte de las bases, para recuperar el voto que se fue a la formación de Pablo Iglesias.
La dirección socialista considera que hay entre 1,5 y 2 millones de votos moderados que apoyaron a Podemos el 20D y que podrían volver al PSOE y no creen que la estrategia del enfrentamiento abierto sea la mejor para lograrlo. Aunque lo que sí ha hecho el PSOE para reforzar su posición ha sido por incorporar a las listas a valores históricos del socialismo o próximos a él como José Borrel o Margarita Robles.
UNIDOS PODEMOS, EN LA ESTRATEGIA DE LA POLARIZACIÓN
Mientras, Unidos Podemos comparte la estrategia del PP de polarizar la campaña entre el partido de Mariano Rajoy y la formación morada para situar en segundo plano a Pedro Sánchez. De hecho, Pablo Iglesias ya le está ofreciendo un pacto para formar gobierno, dando por hecho que logrará superar a los socialistas al menos en el número de votos.
Esta pelea por ver quién lidera la izquierda ha llevado al líder de Podemos a afirmar que gana quien más votos obtenga, sabiendo que su fuerza está sobre todo en las grandes ciudades, donde se necesitan muchos más votos para lograr un escaño. Y también, en esta competición por lograr el sitio del PSOE, Pablo Iglesias está lanzando el mensaje de que él es la "nueva socialdemocracia", aunque el PCE insista en reivindicarse públicamente como "comunista".
Por el lado del centro derecha, el PP ha presentado la campaña como una polarización entre ellos y Podemos, pero con la advertencia de que España puede acabar como Grecia y Venezuela si acaba gobernando el partido de Pablo Iglesias. "Nosotros o el caos", es el resumen del mensaje que están lanzando los populares.
Además, dentro de este bloque ideológico, los populares batallan por recuperar parte del voto que se fue a Ciudadanos, sobre todo en las provincias en las que éste no sirvió para que la formación de Albert Rivera lograra escaño y acabó favoreciendo a Podemos. Por ello, centrarán buena parte de su esfuerzo en esa docena de circunscripciones en las que se dio este caso.
No obstante y conscientes de que el voto entre el PP y Ciudadanos está funcionando como un sistema de vasos comunicantes y podría no ser suficiente para formar Gobierno, algunos dirigentes populares reconocen en privado su creencia de que, si no suman con los de Rivera, al PSOE no le quedará más remedio que abstenerse para que gobierne el PP y más aún si los socialistas dejan de ser la segunda fuerza.
El líder de Ciudadanos, por su parte, no escatima críticas al PP, tratando de hacer valer su apuesta por el cambio y resistiéndose a que éste se lleve los apoyos que le dieron 40 escaños el 20D. Pero sobre todo está centrando su mensaje contra Mariano Rajoy.
LOS NUEVOS YA TIENEN PASADO
Además esta campaña será un poco distinta porque estos cinco meses y medio que median desde el 20D hasta su inicio han puesto sobre la mesa la personalidad y las preferencias de los candidatos que se presentaban como "nuevos" y también algunas debilidades, lo que permitirá que los electores tengan más elementos de juicio a la hora de emitir su voto.
Algo que no ocurría el 20D, cuando Ciudadanos y Podemos se presentaron como formaciones poco menos que 'inmaculadas' y como representantes de la limpieza frente a las corruptelas y los vicios de lo que los 'podemitas' han denominado la 'casta' del PP y del PSOE.
Sin embargo, la gestión municipal de Podemos y sus marcas ha dado munición al PP y también a Ciudadanos, que ahora cuestionan la eficacia de Podemos en la gestión y les acusa de paralizar la actividad de las grandes ciudades que gobiernan.
En este sentido, los populares están haciendo hincapié en la pérdida de inversiones y en las operaciones inmobiliarias fallidas en Madrid y Barcelona. Además, el PP también está centrando sus ataques en los apoyos continuados de este partido a colectivos como los okupas, la defensa que ha hecho Pablo Iglesias de Otegui y de EH Bildu o los recientes disturbios de Barcelona por desalojar de un local a un grupo de okupas, respaldados por la alcaldesa Ada Colau.
A ello se han unido las denuncias del PP y de Ciudadanos, que acusan a Podemos de defender el régimen de Maduro alegando éste ha contribuido a financiar a la formación morada a través de su fundación. A lo que se añaden las críticas por no condenar el encarcelamiento de dirigentes políticos en ese país, como Leopoldo López.
Por otro lado, el pacto de Ciudadanos con el PSOE ha servido para que el PP centre sus reproches contra el partido naranja al que, según los populares, llegaron muchos votos del PP para dar un escarmiento al partido de Rajoy, pero pensando en que pactarían con éste y no con Pedro Sánchez. A lo que se suma que la formación de Albert Ribera también ha tenido problemas internos e incluso dimisiones, por haber cambiado 'a dedo' a 15 cabezas de lista para el 26J sin hacer primarias.
Pero PP y PSOE siguen recibiendo críticas tanto de Podemos como de Ciudadanos por los casos de corrupción, de los que estos meses se han ido conociendo datos nuevos. Estos, incluso, le han costado el puesto al Ministro de Industria, José Manuel Soria, por su aparición en los 'Papeles de Panamá' y han cercado también a la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, en otros tiempos un gran activo del partido.
Estos reproches por la corrupción están siendo cruzados también entre PP y PSOE, sobre todo después de la apertura del juicio oral, por el caso de los ERE, contra los expresidentes de la Junta de Andalucía y del PSOE, Manuel Chaves y José Antonio Griñán por prevaricación. Este último también por malversación de caudales públicos.