MADRID, 22 May. (EUROPA PRESS) - El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha reivindicado este lunes la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña para que los catalanes puedan ejercer su 'derecho a decidir': "El Estado español no dispone de tanto poder para impedir tanta democracia". Lo ha dicho desde la Caja de Música del Palacio de Cibeles de Madrid, donde ha protagonizado la conferencia 'Un referéndum para Catalunya. Invitación a un acuerdo democrático', junto al vicepresidente, Oriol Junqueras, y el conseller Raül Romeva. Puigdemont ha invitado formalmente al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a abrir una 'operación diálogo' y empezar a negociar bilateralmente un referéndum desde el sentido de Estado: "Con voluntad política todo es posible". Quiere hablar con Rajoy sin condiciones previas, límites, apriorismos, reproches, amenazas ni subterfugios, pero advierte de que "no van a caber muchos más rechazos" y de que el proceso soberanista seguirá con o sin el aval del Estado. Esperará una propuesta de Rajoy hasta el último minuto de prórroga porque es lo que merecen la democracia catalana y del resto de España, "pero que no quepa ninguna duda de que, si no se articula una propuesta pactada por ausencia de voluntad del Gobierno español, el compromiso del Govern con su pueblo es democráticamente inviolable". Si no hay pacto, Puigdemont convocará de todos modos un referéndum y el Ejecutivo catalán volverá a instar entonces al Estado a dialogar para abordar los términos de la separación y "contribuir a la transición del nuevo Estado catalán que mantendrá los lazos fraternales con España". El presidente de la Generalitat catalana ha reivindicado que en Cataluña no hay ruptura social ni fugas de empresas ni se persigue a nadie por sus ideas, lengua, origen o cultura, sino que hay una sociedad "felizmente discrepante, en ese asunto --el referéndum-- y en muchos otros, como en las democracias maduras". Puigdemont ha defendido las bondades del proceso soberanista y ha desmentido que se pretenda liquidar España o negarla: "Se trata efectivamente de la autodeterminación de Catalunya, que en ningún caso pretende negar a nadie sino afirmarse a sí misma". Ha repasado la gestación de la actual hoja de ruta desde la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) contra el Estatut en 2010, momento en el que Cataluña tomó conciencia de que nunca había "pintado nada y sólo había sido un espejismo de utilidad --para el Estado-- que, en la práctica, siempre favorecía a los mismos". "La sentencia del TC hizo que el catalanismo reivindicara su orgullo para defender su 'derecho a decidir' con esperanza y "no desde el victimismo ni la frustración", un anhelo que Puigdemont propone canalizar siguiendo el ejemplo del Reino Unido y Escocia. Está dispuesto a hablar de la pregunta, la fecha y los requisitos de participación y su validación, pero convocará unilateralmente el referéndum "si el Gobierno español sigue empeñado en el 'no' a todo". Y ha destacado que su apuesta es convocar una consulta cuya pregunta no lleve a confusión y "que todo el mundo sepa qué significa votar 'sí' y votar 'no", y espera poderla acordar con el Gobierno y con el resto de fuerzas estatales, a quienes también ha invitado al diálogo. Puigdemont ha defendido el referéndum en la Caja de Música de Madrid, aunque declinó hacerlo en el Antiguo Salón de Sesiones del Senado y tampoco lo hará en el Congreso, como propuso el Gobierno central, porque entrañaría "un fracaso evidente". Ha recordado el paso por el hemiciclo del entonces lehendakari Juan José Ibarreche en 2010 y de varios diputados catalanes en 2014: "Ir al Congreso para difuminar ante los observadores internacionales la ausencia de voluntad política del Gobierno del Estado es un error en el cual ya no vamos a participar". Puigdemont lamenta la contradicción que supone definir el proceso soberanista como el reto más grave de España --como hizo Rajoy en su discurso de investidura en agosto de 2016-- pero no ofrecer ninguna propuesta y "no permitir ni tan sólo hablar". Esta estrategia de "mirar hacia otro lado" y no reconocer el problema, es una grave irresponsabilidad y supone agravar un problema que el Gobierno catalán propone solucionar dando la voz a los ciudadanos. Puigdemont ha empezado su discurso agradeciendo a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, haber brindado al Gobierno catalán la oportunidad de expresarse: "Su compromiso democrático contribuye a las soluciones allá dónde otros, que tienen mayor responsabilidad, siembran problemas". Ha avisado de que el proceso soberanista no va a desaparecer por sí solo y de que no se trata "ni de un suflé ni una enfermedad ni fruto de ningún trastorno emocional", sino de una demanda mayoritaria y transversal de los ciudadanos ejemplificada en el más de medio millón de apoyos que ha cosechado el Pacte Nacional pel Referèndum. El presidente catalán ha invocado al Rey Felipe VI y al mensaje que defendió en 1990, cuando era príncipe de Girona, de que 'la democracia expresa sus proyectos en las urnas', y también se ha referido al pacto de Estado que se alcanzó hace 40 años para restablecer la Generalitat tras la dictadura franquista. "El Gobierno de entonces actuó con responsabilidad, habilitó una solución" pese a que la Constitución aun no existía y la legislación vigente no lo contemplaba, lo que demuestra que la voluntad política es la llave de la solución. En cambio, el actual Ejecutivo ha optado por judicializar el proceso soberanista y negarse a dialogar, haciendo una defensa acérrima de "visiones sacralizantes del Estado y su unidad" y negando el derecho a voto también de los catalanes no independentistas.