Recalca a la vicepresidenta que, dado que el pacto de Tinnel "excluyó" al PP, el acuerdo con el PSOE no era "cuestión de esfuerzo"
MADRID, 13 Dic. (EUROPA PRESS) -
La fundación FAES que preside José María Aznar ha afeado este martes a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que cuestione la actuación que realizó el PP recogiendo firmas en 2006 contra el Estatuto de Cataluña, algo que, a su juicio, evidencia "de nuevo" esa tendencia en el partido a "asumir el relato" de sus adversarios políticos.
Así se pronuncia FAES en un análisis bajo el título 'Para firmas, las del Tinnel' un día después de que la vicepresidenta admitiera en una entrevista en Cope que "fue un error" que PP y PSOE no trabajasen "previamente para llegar a un acuerdo" en el Estatut de Cataluña en lugar de "proceder unilateralmente unos y otros".
Según FAES, ante la pregunta concreta de si el PP cometió un error al recoger firmas contra el Estatut, Santamaría contestó con "un conciliador reparto de responsabilidades, indicando que el error de PP y PSOE fue no ponerse de acuerdo previamente sobre el nuevo Estatuto".
En opinión de la fundación, esa "buena idea" de apurar las posibilidades de diálogo en Cataluña "no debería llevarse al extremo de prescindir de una historia reciente en detrimento de las posiciones que el PP adoptó en su compromiso con la Constitución y de la movilización de sus militantes". Ese compromiso, recuerda, incluyó en su día la acción ante el Tribunal Constitucional frente a un Estatuto cuyos promotores sabían que ofrecía motivos claros de inconstitucionalidad.
"DE NUEVO EL PP Y SUS CARENCIAS"
FAES señala que en ese "cuidado reparto de responsabilidades con los socialistas" que realizó la vicepresidenta también admite que el PP "debería haberse esforzado más". "De nuevo el PP y sus carencias. Y de nuevo, esa tendencia en el PP a asumir el relato que hacen de él sus adversarios", lamenta.
En este sentido, FAES critica duramente las declaraciones de Sáenz de Santamaría por "la culpa asumida y la autocrítica: en vez de pedir firmas en la calle, el PP debería haberse esforzado más" porque, "al parecer no lo hizo con suficiente dedicación", para "llegar a un acuerdo con el PSOE sobre el nuevo Estatuto".
"Quedaba Cataluña y la exigencia de que el PP expiara lo que la izquierda y el nacionalismo -que maridan tan bien-, por increíble que parezca, han conseguido convertir en el acontecimiento crítico, en el punto de inflexión histórico que abrió las compuertas del independentismo: pedir firmas en la calle para apoyar un recurso de inconstitucionalidad".
Sin embargo, FAES recalca que ese pacto de izquierda y nacionalistas en Cataluña "firmado con pompa y solemnidad en el salón del Tinell de la Generalidad" se basaba "en excluir al PP de todo acuerdo". "Así que el acuerdo con los socialistas no parece que fuera cuestión de esfuerzo. Fue una posibilidad vetada por quienes hicieron un Estatuto con plena conciencia de su inconstitucionalidad y con el objetivo de asentar, en Madrid y en Barcelona, un proyecto de poder que prolongaría la mayoría de Zapatero y el tripartito catalán sobre la base de la exclusión del PP", proclama.
Por eso, la fundación de Aznar subraya que, por un "elemental sentido histórico y de fidelidad a los hechos", que, a su juicio, "no están reñidos con la voluntad conciliadora", si se habla de las firmas que se recogieron en aquellos días, hay que recordar que "para firmas, las que se estamparon en el 'pacto del Tinell'".
ZAPATERO Y EL MENSAJE DE QUE EL PP CRISPABA
Según la fundación de Aznar, el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero "consiguió que muchos en el PP se creyeran que eran ellos y no el extremismo ideológico de aquel 'nuevo PSOE' los que crispaban". "De ahí, a la derrota de 2008 que generó un sentida autocrítica, silenciosa pero intensa, por la oposición que el PP había mostrado frente a la negociación política del gobierno socialista con ETA bajo esa distracción que se llamó 'proceso de paz'. Resultó que el PP no sólo crispaba sino que, además, era enemigo de la paz", agrega.
Es más, destaca que una vez que el PP ganó las elecciones en 2011 el Ejecutivo asumió "su etiqueta de desalmado recortador, con gesto de resignación, entre apelaciones a la ética de la responsabilidad y a los dictados de Bruselas".
"El Gobierno que había elevado los impuestos como nunca antes en España, haciéndolos recaer especialmente sobre su base electoral, pasaba por reaccionario a ojos de los progresistas cuyo gran referente, Rodríguez Zapatero, había llegado a afirmar que bajar los impuestos era de izquierdas", sostiene.