Asegura que su relación personal fue buena y destaca que su actitud, más progresista que la de la UCD, impulsó la modernización
MADRID, 24 Mar. (EUROPA PRESS) -
El expresidente del Gobierno Felipe González ha recordado este lunes que pactó "en lo fundamental" en muchas ocasiones con su antecesor Adolfo Suárez y ha apostado por "revisar" la arquitectura institucional de la que él fue artífice, un "espíritu reformista permanente".
En una entrevista en la Ser recogida por Europa Press, González ha pedido una "reflexión que no sea sólo un homenaje transitorio" al expresidente para lo que considera una "pauta cultural peligrosísima" en España, que consiste en no 'tocar' nada hasta que "todo está imposible y nada se puede recuperar".
En su opinión, la Constitución española tiene "buen fundamento" y lo que haya que reformar es "para darle nuevo aliento" y, sobre todo, para dar protagonismo a gente más joven: "La gente que tiene menos de 50 años tiene el derecho y la obligación de hacerse cargo de los próximos 30 años".
Para González, en el homenaje general a Suárez hay también "mucho ruido" de gente que en su día "estaba en contra de la Constitución" y hoy "no quiere que se cambie ni una coma".
En su opinión, la situación actual de España no es tan difícil como la que protagonizó Suárez, porque "las resistencias no son tan grandes como entonces", cuando las fuerzas políticas venían de "trincheras enfrentadas".
LA TRANSICIÓN FUE "GENERACIONAL"
Sin embargo, al mismo tiempo cree que será más complejo volver a dinamizar las instituciones y encontrar una política económica y social adecuada en la globalización, porque entonces había "un referente", un "guión" al que España se incorporaba después de la dictadura, y en cambio ahora "Europa misma está desconcertada". "Tenemos que encontrar ese guión entendiendo que aquella transición fue generacional", ha añadido.
González ha expresado su "profunda conmoción" y su "tristeza" por la muerte de Adolfo Suárez y ha destacado el "reconocimiento general de su tarea" y su capacidad de "liderar una situación extraordinariamente difícil", más de lo que hoy se puede imaginar.
Es más, ha admitido que tal vez pudo hacerse mejor, pero también "podía haberse hecho mucho peor", en "una inmensa tormenta con amenazas tremendas, la presión del terrorismo y la presión de la involución". En su opinión, en la modernización fue clave la figura de Suárez, porque su partido era una "plataforma que no era homogénea" y, además, él fue "mucho más progresista" que sus compañeros de filas y eso permitió que salieran adelante leyes como la del divorcio o la reforma fiscal.
Y, entre todo lo que se ha oído estos días, ha admitido que tal vez los socialistas fueron "injustos", con Suárez, pero ha matizado --"injustos depende"-- porque llegaron a muchos acuerdos, incluso a pactar la discrepancia para que "el proceso no se fuera de las manos". Así, ha lamentado que Suárez no escribiera unas memorias "en serio".
"NO ASIMILÓ" LA MOCIÓN DE CENSURA
Además, ha asegurado que su relación personal fue "muy buena" salvo en los siete meses que transcurrieron desde mayo de 1980 hasta que Suárez dimitió en enero de 1981, porque "no asimiló" la moción de censura.
Según ha dicho, la relación se recuperó después, incluso durante la presidencia de Leopoldo Calvo-Sotelo antes de que el PSOE ganara las elecciones, y "el diálogo y el encuentro seguían siendo muy intensos".
Cuando el PSOE llegó al Gobierno, ha admitido que el diálogo intenso desapareció porque "ya no era necesario" y además hubo "un cambio de estilo del Gobierno", pero no cree que fuese entonces cuando se produjo la "quiebra institucional" que dificulta los acuerdos entre los partidos.
González ha valorado que poco después de ser designado presidente del Gobierno por el Rey Suárez ya hizo intentos de pactar y de "pulsar la unidad de la oposición". Y ha aprovechado para subrayar que ya en aquel momento, antes incluso de que se aprobase la Constitución, el Rey se "replegó" a un papel de monarca constitucional.
"IRRITACIÓN" ENTRE LOS SOCIALISTAS
Para el expresidente socialista, Suárez era una "figura impresionante en el diálogo en corto", con su capacidad "de convencer, de seducir y de pactar", pero después de alcanzar los pactos no podía cumplirlos plenamente porque su margen de maniobra era limitado y eso causaba "irritación" entre los socialistas.
Según ha relatado, sus últimos encuentros personales fueron a finales de los noventa --cree que ya entonces debía de tener algún problema de memoria-- y "relativamente fluidos". Incluso, ha relatado que Suárez hizo "alguna gestión" por encargo del Gobierno que él presidió. "Siempre tenía esa disponibilidad que creo que siempre deben tener los expresidentes para servir al Estado más que a un Gobierno concreto", ha dicho.