La Ley de Tasas y las reformas de la Justicia Universal y la Ley del Aborto, proyectos más polémicos durante su mandato como ministro
MADRID, 23 Sep. (EUROPA PRESS) -
Alberto Ruiz-Gallardón ha presentado este martes su dimisión como ministro de Justicia y ha anunciado que abandona la política después de más de 30 años dedicado a ella. En este tiempo, ha ocupado numerosos puestos de responsabilidad, desde sus comienzos como concejal y senador hasta la Presidencia de la Comunidad de Madrid y la Alcaldía de la capital, siempre con mayorías absolutas. Pero sus aspiraciones no se quedaban ahí, sino que llegaban hasta la primera línea de la política nacional, donde aterrizó en 2011 por encargo de Mariano Rajoy y en la que ha ejercido una de las carteras ministeriales más importantes.
Gallardón llegó al Ministerio de Justicia prometiendo numerosas reformas legislativas que cambiaban la Administración de Justicia de arriba abajo. Así, se comprometió a cambiar la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por la que, entre otros asuntos, planeaba atribuir al fiscal la instrucción penal. Además, reformar la Ley Orgánica del Poder Judicial con la idea de implantar tribunales de instancia y suprimir los partidos judiciales.
Asimismo, desde el principio puso de manifiesto su intención de llevar adelante reformas de otras leyes importantes como la que regula el Código Penal o la que ahora le hecho dimitir, la reforma de la Ley del Aborto que impulsó el Gobierno socialista en 2010.
Pero en estos casi tres años en los que ha sido responsable del Ministerio de Justicia, Gallardón no ha podido cumplir con todos los proyectos a los que aspiraba. Eso sí, son suyas algunas de las reformas más controvertidas del Ejecutivo.
LEY DE TASAS Y JUSTICIA UNIVERSAL
En este tiempo se ha aprobado la Ley de Tasas Judiciales, la cual fue reformada apenas unos meses después por vía de decreto ley para reducir la cuantía de los gravámenes. También se ha reducido el número de jueces y fiscales sustitutos y el proyecto de reforma del Código Penal se encuentra en proceso de presentación de enmiendas en el Congreso y que incluye la prisión permanente revisable.
Durante su mandato también se ha reformado la justicia universal, que aunque fue iniciativa del Grupo Popular en la Cámara Baja, resultó ser otra de las reformas más contestadas porque llevó a la Audiencia Nacional a avalar la puesta en libertad de más de medio centenar de narcotraficantes y aboca al archivo de más de una decena de causas por crímenes de lesa humanidad como las investigaciones de genocidio en el Tíbet o en Ruanda.
A pesar de todo, Gallardón no ha podido aprobar muchos de sus proyectos 'estrella', como la citada Ley Orgánica del Poder Judicial, que aún no ha sido presentada como proyecto de ley, y tampoco ha eliminado los partidos judiciales. Además, el ministerio no ha llegado a encargar en estos tres años el informe de expertos sobre la Ley de enjuiciamiento criminal y, por lo tanto, tampoco verá la luz en esta legislatura.
También se había comprometido a cambiar la forma de elección de miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para dar un mayor peso a la carrera judicial, aunque finalmente mantuvo el sistema de elección directa de los vocales por parte del Parlamento.
COMIENZOS EN POLÍTICA
El ministro saliente nació en diciembre de 1958 y es hijo de José María Ruiz-Gallardón, abogado metido a político, y de Ana María Jiménez. Estudió en el Colegio de Nuestra Señora del Recuerdo y después se licenció en Derecho por la Universidad Complutense, obteniendo poco después el segundo puesto en las oposiciones a fiscal.
Con la carrera hecha, Gallardón satisfizo los deseos de su padre, quien siempre le recomendó que tuviera una ocupación distinta para no convertirse en rehén de la política. Sin embargo, sólo permaneció un breve periodo trabajando en la Audiencia Provincial de Málaga, ya que en 1983 fue elegido concejal de Madrid por Alianza Popular (AP) y después de cuatro años en la oposición pasó a una Asamblea regional controlada entonces por los socialistas. Se convirtió, además, en senador por Madrid y en portavoz del Grupo Popular tanto en la Cámara Alta como en el Parlamento madrileño.
En 1995, ya abandonadas sus responsabilidades como senador, Gallardón se convirtió en el presidente más joven de la Comunidad de Madrid, además de lograr el hito de ganar el Gobierno para los 'populares' después de que cuatro años antes un pacto PSOE-IU le impidiera hacerse cargo del Ejecutivo autonómico.
GOBIERNO AUTONÓMICO
Durante sus dos legislaturas en el Gobierno madrileño (ambas con mayoría absoluta), Gallardón acometió la mayor ampliación de la red de Metro de la historia y también tuvo que gestionar el peliagudo asunto de la transferencia de las competencias de educación y sanidad, un objetivo que salvó gracias, entre otras cosas, a su capacidad para negociar tanto con los sindicatos como con la patronal.
Desde entonces, sus cada vez más abultadas mayorías absolutas hicieron de él la gran esperanza del PP, la promesa del partido, que en 2003 le encomendó dar el relevo en la capital a un ya desgastado José María Álvarez del Manzano.
Sin embargo, el 'tamayazo' obligó a Gallardón a compatibilizar el cargo de alcalde y el de presidente regional durante cinco meses, hasta que se convocaron unas nuevas elecciones en las que Esperanza Aguirre fue elegida su sucesora.
LLEGADA A LA PLAZA DE LA VILLA
Con la libertad que da la mayoría absoluta, Gallardón comenzó entonces la gran labor de "modernización" de la capital, con el soterramiento de la M-30 y su posterior urbanización y la reforma del eje Prado-Recoletos, ésta finalmente no realizada.
Unos proyectos que le valieron el apodo de 'alcalde faraón' y un endeudamiento que supera los 7.000 millones de euros y que ha servido de argumento a sus rivales políticos para cargar contra su gestión, que también se ha caracterizado por otras medidas polémicas como la introducción de los parquímetros en algunos barrios periféricos o su mudanza al Palacio de Cibeles.
Pero dos de los proyectos que más se recuerdan de Gallardón tras su paso por la Alcaldía son las dos candidaturas fallidas de Madrid para organizar los Juegos Olímpicos de 2012 y 2016. Aunque ambos acabaron en desilusión, el entonces regidor siempre defendió que la proyección internacional de la ciudad en el mundo gracias a estas apuestas garantizaron un gran empuje económico.
La de hoy no ha sido la primera dimisión de Gallardón: en diciembre de 2011, sólo unos meses después de haber sido reelegido alcalde de Madrid, dejó este cargo en manos de su compañera de partido Ana Botella, esposa del expresidente José María Aznar, para ser ministro. Ahora, tres años después, ha vuelto a dejar un cargo en la política, pero esta vez para siempre.