Archivo - Entrada a la Audiencia Nacional, en Madrid.
Archivo - Entrada a la Audiencia Nacional, en Madrid. - Alejandro Martínez Vélez - Europa Press - Archivo
Actualizado: martes, 5 julio 2022 16:19

Señala que en las misivas se animaban a ser pacientes para vengarse de los "enemigos de Alá" una vez en libertad

MADRID, 5 Jul. (EUROPA PRESS) -

Un guardia civil que investigó el intercambio de cartas entre los cinco acusados de formar una red yihadista en varias cárceles ha situado en finales de 2016 la formación del grupo, cuando dos de los enjuiciados ahora por la Audiencia Nacional, Mohamed A. y Mohamed E., coincidieron en la prisión de Estremera (Madrid). Pero antes de escribirse, y al estar en módulos de difícil contacto, "se comunicaban a través de las paredes", ha relatado el investigador.

Este martes, el tribunal ha seguido con el juicio contra los dos Mohamed, Karim A., Abdelah A. y Lahcen Z., ya condenados por la Audiencia Nacional por delitos relacionados con el terrorismo y ahora acusados de constituir un grupo terrorista por la Fiscalía, que pide 12 años de cárcel por cabeza y 10 de libertad vigilada.

Como hiciera ayer uno de sus compañeros, el guardia civil se ha ratificado en los informes que realizó para el Juzgado Central de Instrucción Numero 1 ante la creencia de que existía una "red concertada de radicalización" en varias prisiones de todo el país.

En consonancia con la acusación de la Fiscalía, el investigador ha contado que "muchas" de las cartas que se intercambiaron unos con otros no pudieron ser intervenidas por Instituciones Penitenciarias. Preguntado sobre por qué se detectaron unas y no otras, el guardia civil ha explicado que en cada prisión hay unos funcionarios centrados en esa tarea que tienen "diferentes criterios". "Las que no se dejaron pasar contenían soflamas del DAESH, llamando a la violencia", con un contendido "filoterrorista", ha señalado.

La investigación arrancó en 2018 a raíz de unas pintadas pro Estado Islámico en Estremera, de las que se responsabilizó a Mohamed A. Desde entonces, según ha expresado el agente de la Benemérita, las pesquisas se centraron sobre él por sus antecedentes penales. Además de las pintadas, la Guardia Civil tuvo acceso a un centenar de cartas: en unas respondía a internos sobre cuestiones religiosas y, en otras, desplegó un discurso político de "odio puro y duro".

EL ENCUENTRO EN ESTREMERA

Pero el embrión del grupo se produjo entre los meses de noviembre y diciembre de 2016. El elemento "disruptor" fue la coincidencia, en aquellas fechas, de los dos Mohamed en Estremera. Si bien el guardia civil ha reconocido no saber si entablaron contacto físicamente, sí ha dicho que se comunicaban a través de los muros. Como prueba una carta de Mohamed E. a su tocayo, en la que le transmitía que le había gustado conocerlo "aunque fuera a través de las paredes".

Esa coincidencia, según el testimonio del investigador, implicó un cambio de actitud en ambos: "Ninguno antes había hecho pintadas" y, desde entonces, hubo una "inercia" a realizarlas, "aproximadamente 30 episodios, 5 antes de" coincidir "y 25 después".

De las pintadas se pasa a las cartas, en las que "poco a poco" fueron incorporando la bandera de DAESH y Mohamed A. se habituó a incluir en la mayoría de sus escritos un prólogo de corte radical, "en el que llama a la victoria" sobre los "enemigos de Alá", una plegaria utilizada en discursos por el líder de DAESH, Al Baghdadi.

"Al principio se preguntaban cómo están, pero luego ya usan un contenido político. La mayoría de las cartas hablan de la paciencia. Consideran injusto estar" encerrados en la cárcel, pero creen que siendo pacientes conseguirán, cuando salgan en libertad, derrotar a "los enemigos" y "vengarse con quienes fueron injustos" con ellos, según ha expuesto el agente del Instituto Armado, que ha precisado que la mayoría de las cartas intervenidas estaban escritas en árabe.

LA VERSIÓN DE LOS ACUSADOS

En la sesión de ayer, los cinco acusados de conformar una red yihadista durante su estancia en prisión para cohesionar a todos los presos por delitos relacionados con el terrorismo islamista aseguraron que no existía un "frente de cárceles", al tiempo que calificaron de "puro cinismo" la acusación dirigida contra ellos. Todos coincidieron en denunciar que desconocen los hechos por los que se les juzga y una supuesta intervención de sus comunicaciones.

Los cinco se limitaron a responder únicamente a las preguntas de su defensa, descartando haber mantenido contacto de forma presencial en algunas de las prisiones en las que coincidieron y haciendo hincapié en que se encontraban en régimen cerrado, lo que les mantenía cerca de 20 horas sin salir de sus respectivas celdas.

Mohamed A. denunció en su declaración, como el resto de acusados, los registros que se efectuaron en sus celdas. "Buscaban cosas religiosas, nada de terrorismo. Libros autorizados, me han quitado hasta el Corán", señaló, calificando esas entradas como una vulneración de sus derechos fundamentales y penitenciarios.

En cambio, según la Fiscalía, las cartas escritas por Mohamed A., el presunto líder de la red, llegaron a un gran número de presos, mencionaban de manera recurrente al DAESH y festejaban las victorias yihadistas en Siria. Tres días después de los ataques de Barcelona, en agosto de 2017, aumentaron las misivas y su "discurso de odio".

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