Sus últimos cambios de estrategia, abriéndose finalmente a pactar con Sánchez, no sirvieron para evitar la sangría de votos
MADRID, 11 Nov. (EUROPA PRESS) -
El liderazgo de Albert Rivera en Ciudadanos ha llegado a su fin este lunes tras trece años de protagonismo indiscutible en un partido cuyo crecimiento impulsó desde su fundación, en Cataluña, hasta convertirlo en la tercera fuerza política de España hace menos de siete meses.
La figura de Rivera no ha soportado la debacle sufrida por Cs, con él como candidato a la Presidencia del Gobierno, en las elecciones generales de este domingo. La pérdida de más de 2,5 millones de votos y de 47 escaños --de los 57 de abril a los 10 actuales-- ha llevado al líder de la formación naranja a anunciar su dimisión como presidente, renunciar a su escaño y dejar la política.
Aunque las encuestas electorales ya anticipaban unos datos poco halagüeños para Ciudadanos --18 diputados de media--, el resultado ha sido peor de lo esperado y el partido ni siquiera ha podido salvar los muebles, al quedar en sexta posición y ser superado por Unidas Podemos, Vox y ERC.
Hasta ahora Cs, llevaba una trayectoria generalmente ascendente en las elecciones a las que concurría, por lo que el fracaso de este domingo ha sido especialmente duro. Con Rivera como aspirante a la Moncloa, el partido se presentó cuatro veces a unas elecciones generales: en 2008, sin conseguir representación; en 2015, consiguiendo 40 diputados; en 2016, 32 diputados; y el pasado abril, con un histórico 15,85%, 4,1 millones de votos y 57 diputados.
EL ESPEJISMO DE LOS 57 ESCAÑOS
Pero este último logro se quedó en una especie de espejismo porque, al no ser capaz el líder del PSOE, Pedro Sánchez, de formar gobierno, la legislatura resultó fallida y hubo que repetir los comicios.
Poco después de que se convocaran las nuevas elecciones, el pasado febrero, Rivera reunió a la Ejecutiva del partido y decidieron por unanimidad que no pactarían con Sánchez ni con el PSOE. Además, de cara a los comicios municipales y autonómicos de mayo, apostaron por tratar al PP como socio preferente para alcanzar acuerdos de gobierno, y el resultado es que los cuatro gobiernos de coalición que formó Cs están encabezados por presidentes 'populares'.
Rivera decidió mantener el rumbo fijo y no cambiar de estrategia pese a las presiones externas e incluso internas, y se negaba a admitir posibles errores incluso cuando las perspectivas electorales empezaban a ser negativas. El objetivo era atraer a votantes socialistas descontentos con Sánchez y a ciudadanos que hubieran votado previamente al PP, al cual aspiraba a superar en las urnas.
Esto último no lo logró en las elecciones del 28 de abril, pero se quedó cerca, a menos de un punto porcentual. Eso no impidió que, el pasado verano, se desencadenara una crisis dentro de la formación naranja que se hizo visible por primera vez con la dimisión del entonces portavoz adjunto en el Congreso y secretario de Programas, Toni Roldán, que se marchó entre duras críticas a la estrategia de Rivera.
Roldán no fue el único, ya que después de él se marcharon Javier Nart, Francisco de la Torre y Xavier Pericay, todos ellos miembros de la Ejecutiva. Además, tras la dimisión del secretario de Programas se alzaron voces críticas como la del líder en el Parlamento Europeo, Luis Garicano, y el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea, que abogaban por negociar la investidura de Sánchez a cambio de condiciones.
OFERTA DE PACTO A SÁNCHEZ
Esa propuesta de pacto y esas condiciones no llegaron hasta mediados de septiembre, una semana antes del fin del plazo para la investidura y tras meses de contactos infructuosos entre el PSOE y Unidas Podemos para intentar formar gobierno. Rivera planteó que Cs y el PP se abstuvieran e hicieran presidente a Sánchez a cambio de varias exigencias sobre Cataluña, el Gobierno de Navarra y la política económica.
Pero el PSOE no aceptó y se convocaron las elecciones del 10 de noviembre. Fue entonces cuando Rivera decidió dar un verdadero giro al abrirse a pactar con Sánchez --aunque manteniendo la preferencia por el PP-- con el argumento de que los españoles reclamaban que los políticos desbloqueasen la situación y evitasen unas terceras elecciones.
Ya fuera por el levantamiento del veto al candidato socialista o por la anterior posición de negarse a pactar con él, lo que ha ocurrido es que Ciudadanos y Rivera han acabado perdiendo el favor de la mayor parte de los electores que les habían votado menos de siete meses antes.
En realidad, la imagen de Albert Rivera ya estaba tocada desde antes. Puede que el punto de inflexión fuera la moción de censura que el PSOE presentó contra Mariano Rajoy en 2018, que llevó a Sánchez a la Moncloa y dejó descolocado a Cs y, en particular, a su presidente.
Poco antes, las encuestas de intención de voto situaban a Ciudadanos en primera posición, pero ese momento pasó y Rivera endureció su discurso contra Pedro Sánchez, al que llegó a describir como "un peligro para España".
Mientras tanto, los sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) mostraban cómo iba empeorando la percepción de Rivera no solo entre los electores en general, sino entre sus propios votantes. En el último estudio, de finales de octubre, estos le daban una nota de solo 5,2 sobre 10, siendo el líder menos valorado entre su propio electorado.
GOBIERNOS MUNICIPALES Y AUTONÓMICOS
Albert Rivera es el único presidente que ha tenido Ciudadanos, un partido totalmente identificado con la figura de su líder. Fue él quien lo levantó en Cataluña desde 2006 frente al nacionalismo, siendo diputado en el Parlament hasta 2015, y quien luego impulsó su expansión nacional.
Como el propio Rivera ha recordado este lunes, ahora gobiernan para unos 20 millones de españoles a través de cuatro ejecutivos autonómicos y 400 ayuntamientos, además de tener siete eurodiputados. Sin embargo, en el Congreso han quedado reducidos ahora a una fuerza minoritaria y eso, según Rivera, solo podía tener como consecuencia su dimisión.
El presidente de Cs ha comparecido emocionado ante la prensa para anunciar su decisión y lo ha hecho acompañado por la mayoría de los miembros de la Ejecutiva, que han mostrado así cómo han apoyado a su líder hasta el final. Según ha señalado, se va porque no tiene apego al cargo y porque quiere aprovechar para estar más tiempo con su familia y amigos, a los que no ha podido dedicar toda la atención que le habría gustado en los últimos años.
Albert Rivera, que cumplirá 40 años dentro de unos días, ha expresado su intención de volver a ejercer su profesión, abogado. Tras estudiar Derecho en la Facultad de Derecho ESADE, estuvo trabajando en La Caixa de 2002 a 2006, año en que se presentó por primera vez a las elecciones catalanas consiguiendo tres escaños. Solo el tiempo dirá si se dedicará nuevamente a la abogacía o si en algún momento volverá a la política.