El mandatario, que pidió a Felipe VI una disculpa por la Conquista, está molesto porque nunca hubo respuesta
MADRID, 9 Feb. (EUROPA PRESS) -
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha vuelto a poner el foco de sus críticas sobre España, algo que ha venido haciendo de forma recurrente desde que llegó al cargo en diciembre de 2018, pero en esta ocasión ha ido un paso más allá y ha planteado una "pausa" en la relación bilateral.
El motivo, según ha esgrimido en su tradicional rueda de prensa diaria, no es otro que el saqueo que según él han cometido las autoridades y las empresas españolas en México en los últimos años, con la connivencia de quienes le han precedido en el cargo, en particular Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
En su opinión, dado que ahora mismo la relación "no es buena" lo que convendría a ambas partes es "hacer una pausa" y esperar a restablecer las relaciones "cuando cambie el Gobierno" y él ya no esté en el Palacio de los Pinos, que abandonará en diciembre de 2024.
Aunque a renglón seguido ha dicho que lo planteado es solo "un comentario", lo cierto es que con sus palabras ha vuelto a abrir una nueva crisis en la ya de por sí tensa relación bilateral con España, y ello pese a que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue el primer mandatario extranjero al que López Obrador recibió tras llegar al cargo, en enero de 2019.
CARTA AL REY
El mandatario mexicano envió en marzo de 2019 una carta al Rey Felipe VI reclamando que "el Estado español admita su responsabilidad histórica" por las ofensas cometidas durante la conquista y "ofrezca las disculpas o resarcimientos políticos que convengan".
Asimismo, fijaba como meta temporal 2021, año del Bicentenario de la independencia mexicana, para que dicho "reconocimiento de los agravios causados" por parte de España permitiera iniciar "una nueva etapa" en la relación.
En octubre de 2020, con motivo del Día de la Hispanidad, volvió a pedir a España que se disculpara, argumentando que la conquista como fuerza "civilizadora" de América es solo "una justificación ideológica para encubrir la imposición y el saqueo".
Un mes más tarde, durante su visita a México de la entonces ministra de Exteriores, Arancha González Laya, dejó claro que el Gobierno no iba a disculparse, apostando en lugar de ello por "construir sobre el pasado, pero mirando al futuro". Sus palabras no gustaron a López Obrador, que lamentó que "hay países que mantienen todavía afanes colonialistas".
Los actos de conmemoración del quinto centenario de la caída de Tenochtitlán a manos de las tropas comandandas por Hernán Cortés el pasado agosto volvieron a ser otro momento propicio para arremeter contra España y la Conquista.
"¿VALIERON LA PENA TANTAS MUERTES?"
"¿Trajeron civilización a la tierra que Cortés bautizó como la Nueva España? ¿Valieron la pena tantas muertes? ¿Tanto pueblo arrasado, saqueado y quemado? ¿Tantas mujeres violadas? ¿Tantas atrocidades ordenadas por el mismo Cortés?", planteó el mandatario mexicano, para quien "no hay justificación alguna ante tan terrible desgracia".
En septiembre, volvió a poner en tela de juicio los beneficios que para México supuso la llegada de los conquistadores. El mandatario criticó a las "elites" españolas, que con su "arrogancia" e "ínfulas de superioridad" continúan defendiendo que llegaron para "civilizar" al país, cuando lo que trajeron fue "la viruela". México "se creó hace miles de años" y en el país "florecieron grandes civilizaciones y grandes culturas", sostuvo.
Hace unas semanas, sin embargo, el mandatario había dejado entrever que este episodio en la relación con España había quedado atrás. "Están bien nuestras relaciones", dijo, si bien reconoció que había habido "discrepancias" y de hecho "las sigue habiendo".
En este sentido, lamentó el hecho de que nunca hubo una respuesta a su carta al Rey. "Lo tomaron a mal y ni siquiera me respondieron la carta", señaló, lamentando el que el Gobierno no hubiera aceptado "ofrecer una disculpa para reiniciar una etapa nueva".
"Sin embargo, pues eso ya pasó, cada quien que asuma su responsabilidad", manifestó, si bien consideró que el "perdón" es algo importante y "pudo ayudar mucho".
ESPAÑA HABLABA DE "UNA NUEVA PÁGINA"
Estas declaraciones fueron interpretadas de forma positiva por el Gobierno español. El ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, aseguró durante una comparecencia en el Senado que había "interés de abrir una nueva página". "En los próximos meses vamos a reforzar mucho las relaciones con México", adelantó.
Días antes, su departamento había concedido finalmente el plácet al nuevo embajador de México en Madrid después de que se hubiera especulado con que el retraso pudiera ser algún tipo de represalia por la postura crítica con España y con su pasado colonial que ha venido manteniendo López Obrador.
El presidente mexicano anunció en septiembre que el embajador en España sería Quirino Ordaz, gobernador en ese momento de Sinaloa y un destacado dirigente del PRI. No obstante, no fue hasta noviembre, una vez Ordaz había dejado el cargo, cuando se solicitó formalmente a España el plácet para el nuevo embajador.
En cuanto a las reiteradas críticas del mandatario mexicano, el Gobierno ha apostado por minimizarlas, llegando incluso a enmarcarlas en "los debates internos" del país azteca, al tiempo que ha reconocido la importancia de la relación con México, "un socio estratégico".