Llama a recuperar las instituciones para que no estén al "servicio del independentismo" y pide alejar a la Generalitat de los "extremismos" de la CUP El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha dirigido este domingo a los catalanes "engañados" por el independentismo, a los que les ha asegurado que la ruptura de España no es una "poda agradable hecha por un amable jardinero" sino una "amputación terrible" que supondría la salida de Cataluña de la UE, de la zona euro y la "imposibilidad de sostener" servicios públicos esenciales y prestaciones sociales. En su discurso de clausura del XVIII Congreso Nacional del PP, ante más de tres mil compromisarios del partido e invitados, Rajoy ha recalcado una vez más que su gobierno no va a permitir un referéndum de independencia, que nunca será legal porque se salta la Constitución Española, y ha avanzado que va a trabajar para "cambiar esa dinámica". Primero, ha señalado, tratando de "recuperar las instituciones" catalanas para que no estén "al servicio del independentismo"; segundo, reconstruyendo la "cohesión interna" en Cataluña y tercero, tratar de alejar a la Generalitat de los "extremismos" que hoy son a su juicio determinantes "y que están poniendo en serio riesgo el modelo económico y social" de esta comunidad. El jefe del Ejecutivo ha asegurado que lo que "algunos" están planteando en Cataluña no es un "mero debate" sobre el modelo de Estado ni sobre su articulación territorial sino "la eliminación de la soberanía nacional" y del derecho de todos los españoles a decidir lo que quieren que sea su país. Es más, ha dicho que lo que están haciendo para conseguir ese objetivo es "saltarse la ley a la torera". Así, Rajoy ha subrayado que "no es posible negociación alguna" sobre el cumplimiento de la ley y la Constitución y ha agregado que la primera "obligación" del Gobierno es "preservar" el derecho de los españoles a decidir lo que quieren que sea España. "No es posible discutir sobre qué leyes se puede cumplir e incumplir o qué parte de las mismas podemos desobedecer", ha enfatizado, para añadir que "nadie, y mucho menos un responsable político" puede reclamar o exigir al Gobierno que incumpla la legalidad. "Esto no es difícil de comprender y se entiende salvo que de forma premeditada no se quiera entender, que es exactamente lo que está ocurriendo", ha manifestado, para agregar que la Carta Magna se puede cambiar si así lo deciden todos los españoles, no una parte de ellos. Eso sí, ha recomendado no abrir el melón de la reforma constitucional porque "juntos" se está "mejor" que separados. "Juntos somos más y juntos somos mejores", ha apostillado. Tras afirmar que el proceso secesionista es "un disparate", ha garantizado una vez más que su Gobierno no va a "comerciar" sobre un proceso que pasa por encima de la Constitución, que conduce a la "fractura" de España y a la "liquidación" de la soberanía nacional. "Nadie nos puede pedir que seamos cómplices de esa arbitrariedad y no lo vamos a hacer", ha aseverado. En este sentido, ha tendido la mano al diálogo pero hablar de infraestructuras, inversiones o mejora de los servicios públicos que interesan a los ciudadanos y ha recriminado a la Generalitat que no asistiese a la Conferencia de Presidentes que se celebró el pasado 17 de enero en el Senado. "Es importante y no hay que dejar nunca la silla vacía", ha indicado. Así, ha insistido en que la posición del PP y su Gobierno es un "sí" al diálogo pero no a las "imposiciones", los "monólogos", los "contratos de adhesión" o "sortear" la ley. "No vamos a permitir la celebración de un referéndum que prohíbe la Constitución, busca la independencia de Cataluña y la ruptura de España". Rajoy ha aludido después a esa "inmensa mayoría" de catalanes que se sienten catalanes y españoles, a aquellos que han sido "engañados en su buena fe", a los que se les ha ofrecido como "posible" lo que no lo es y a los que se les ha colocado el "señuelo" de la independencia como "remedio de sus males". Según ha recalcado, a todos ellos se les ha "ocultado" las consecuencias "políticas y sociales" que causaría la independencia, como la salida de la UE, del euro y del mercado único, así como la imposibilidad de mantener los servicios públicos y las prestaciones sociales. A su entender, estos serían solo algunos de los "enormes perjuicios" que la ruptura acarrearía. "Un proceso de secesión no es una poda agradable hecha por un amable jardinero sino una amputación terrible y dolorosa que no hay cirujano que salve", ha advertido.