La dirección federal empezó pidiendo su aplazamiento hasta que hubiera gobierno y termina revirtiendo la decisión que todos tomaron en abril
MADRID, 26 Sep. (EUROPA PRESS) -
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha reaccionado a la debacle electoral en Galicia y Euskadi con la propuesta de hacer en diciembre el 39 Congreso socialista, una maniobra con la que busca reforzarse en el partido, pero que se entiende como un desafío a los críticos, que ya han mostrado su oposición y con los que ha estado enfrentado por la fecha de este cónclave desde las generales del 20 de diciembre.
La bronca a cuenta de la fecha del congreso comenzó el mismo 21 de diciembre, después de que el secretario de Organización, César Luena, anunciara en una rueda de prensa la propuesta de la Ejecutiva de aplazar este cónclave, que debía haberse celebrado en febrero, y dejar claro que Sánchez se presentaría.
Estas palabras fueron entendidas como una provocación por parte de los díscolos, que esperaban un ejercicio de autocrítica después de la caída en las generales. De hecho, la semana de Navidad fue la más dura que vivía el secretario general, hasta ese momento, desde su llegada a Ferraz.
El Comité Federal del 28 de diciembre, al que precedió una cena de Sánchez con los 'barones' en Ferraz, no tomó ninguna decisión sobre este cónclave, pero sirvió para que se vieran clarmente los dos bandos cada vez más marcados en el PSOE: el secretario general y sus afines defendieron el aplazamiento al considerar que por encima de los asuntos "internos" del partido están los problemas de España, mientras que los dirigentes de Castilla-La Mancha, la Comunidad Valenciana, Asturias y Andalucía se pronunciaron a favor de hacerlo cuando tocaba, es decir, en febrero.
Ese día, los críticos dejaron Ferraz con la petición de celebrar un nuevo Comité Federal en enero para convocar el congreso y con la amenaza de recoger firmas para ello si la dirección federal se negaba a reunir a este órgano.
No fue necesario, porque se convocó un nuevo Comité Federal para el 30 de enero, al que nuevamente antecedió un choque entre Ferraz y críticos. En esa cita, sí, en el orden del día estaba ponerle fecha del congreso y, una vez más, se vieron las diferencias entre los dos sectores.
TREGUA CON FECHA
La bronca estalló en un encuentro de los secretarios de Organización de las federaciones en la víspera de la cita y llegó hasta la mañana del Comité Federal, pero se saldó con un acuerdo. Eso sí, ese día los papeles iban cambiados: los críticos querían dejarlo sin fecha, mientras que la dirección quería hacerlo en junio.
Finalmente, la Ejecutiva aceptó adelantarlo al fin de semana del 21 y 22 de mayo, con unas primarias el 8 de mayo, después de que los críticos no aceptaran su propuesta para los días 18 y 19 de junio. Y así quedó convocado por el Comité Federal, aunque muchos ya dudaban de que se fuera a celebrar.
Pero en esa reunión, la sorpresa la dio Sánchez al anunciar su intención de someter a las bases un posible acuerdo de investidura, como después hizo con su pacto con Ciudadanos. La maniobra descolocó a los críticos, que entendieron que el secretairo general buscaba así saltarse el control del Comité Federal, acudiendo directamente a los militantes.
Así las cosas, el debate se centró durante las semanas posteriores en las negociaciones para la formación de gobierno, que desembocaron en una investidura fallida en marzo.
De esta manera, en medio de negociaciones y ante la perspectiva de unas nuevas elecciones, el Comité Federal del PSOE se volvió a reunir el 2 de abril y decidió aplazar el congreso ya convocado hasta que hubiera gobierno, en lo que estuvo de acuerdo todo el partido.
El PSOE avaló por unanimidad dejar abierta la fecha hasta que hubiera un gobierno constituido, para así priorizar la formación de un Ejecutivo frente a los asuntos internos de los socialistas. Ese día, Ferraz sacó pecho porque ésa había sido su propuesta desde el primer momento, dejar el congreso para más adelante. "Lo dije desde el principio", llegó a señalar Sánchez.
Este asunto pasó después a un segundo plano, aunque los críticos no han dejado de sospechar que Sánchez podría "utilizar el calendario" a su conveniencia, como, dicen, pretende hacer ahora.
En la dirección federal están convencidos del predicamente del secretario general entre las bases, que están "cansadas" del poder ejercido desde las 'baronías'. Y aseguran que su firmeza ante el PP y ante las "presiones" recibidas le han reforzado. Por eso, creen que los militantes volverán a darle su apoyo en unas primarias.
Mientras tanto, la perspectiva de una consulta a los militantes en menos de un mes es un escenario difícil para la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en quienes muchos ven la contrincante de Sánchez en esta batalla interna. Sin embargo, desde el sector crítico se apunta que la líder de los socialistas andaluces ahora sí dará el paso.