MADRID, 11 Jun. (EDIZIONES) -
Debido a que este jueves el Congreso de los Diputados aprueba la ley para que los sefardíes -los descendientes de los judíos expulsados de España- puedan obtener la nacionalidad española, desde europapress.es te contamos la historia de este pueblo, recogida en Sefardiweb del CSIC, que podrá conseguir la doble nacionalidad a partir del 1 de octubre, cuando entre en vigor la ley.
¿QUIÉNES SON LOS SEFARDÍES?
El termino Sefardí se utiliza para denominar a los descendientes de los judíos que vivían en la Península Ibérica hasta que fueron expulsados. Su persecución en los reinos cristianos comenzó a finales del siglo XIV con matanzas y robos, lo que provocó la emigración o conversión por parte de muchos judíos.
Pero la expulsión total se produjo bajo el mandato de los Reyes Católicos en 1492, cuando obligaron a todo judío a abandonar los reinos de Castilla y Aragón a no ser que se convirtiesen al cristianismo.
Se calcula que hasta cien mil judíos tuvieron que abandonar su hogar y se asentaron en Italia, el sur de Francia, Portugal, Marruecos, o en las tierras del Mediterráneo Oriental, pertenecientes al Imperio Otomano.
En 1497 se produce otra gran expulsión de judíos de la Península, pero con una diferencia en el caso del reino luso. Tanto Navarra como Portugal, cuyo rey, Manuel I, estaba casado con la hija de los Reyes Católicos, la Infanta Isabel de Castilla, decretaron que los judíos que no se convirtieran habían de abandonar el reino.
Pero en Portugal esta expulsión se cambia al año siguiente por una conversión general. Pese a ello, la mayoría de los judíos conversos continuaron practicando su religión a escondidas pues la inquisición no empezó a funcionar en Portugal hasta el año 1540.
DIÁSPORA
La mayoría de los sefardíes eran comerciantes, por lo que viajaban mucho y tenían un continúo trato con los comercios locales de diversos lugares, lo que les llevó (en especial a los sefardíes de Portugal) a tener asentamientos en muchos lugares de Europa.
Bayona, Burdeos, Amberes, Amsterdam, Liorna, Ancona, Ferrara, Hamburgo o Ancona fueron las principales ciudades donde se asentaron, gracias también a que aquí se les permitía la libertad religiosa y construir sus barrios característicos donde continuaron practicando el judaísmo y sus costumbres.
Desde los Países Bajos llegaron hasta Inglaterra, donde los judíos habían sido expulsados en el siglo XIII, y se sumaron a la gran emigración americana con asentamientos en la actual Nueva York o en las Antillas holandesas (al norte de Venezuela).
Aunque hubo dos territorios con especial importante para los sefardíes tras su expulsión de la Península Ibérica, y estos fueron el Imperio Otomano y Marruecos.
IMPERIO OTOMANO
El territorio de este imperio, que hasta el siglo XIX abarcaba Turquía, los países balcánicos, una parte de Oriente Medio y casi todo el Norte de África hasta los actuales Argel y Túnez, fue muy atractivo para los sefardíes por su política de libertad religiosa, con la que se les permitía hasta mantener su propia legislación para asuntos internos a cambio de reconocer la supremacía del Sultán y de pagar grandes cantidades de impuestos.
Estambul, Esmirna, Safed, Jerusalén, El Cairo, Salónica, Sarajevo, Sofía y Bucarest, fueron los principales asentamientos. Las actividades comerciales de muchos sefardíes permitió que a pesar de la distancia que les separaba mantuviesen el contacto.
MARRUECOS
El país vecino acogió a muchos judíos que abandonaron la Península Ibérica desde el siglo XIV, y grandes comunidades se asentaron en este país, el único independiente del Imperio Otomano en el norte de África.
Las comunidades que allí vivían se regían por la legislación rabínica castellana y crearon con el tiempo su propio dialecto del castellano: la haketía.
En Fez, Tetuán, Tánger y Larache, se encotraban las mayores comunidades sefardíes mientras que en ciudades como Arcila, Xauen y Alcazarquivir había otras más pequeñas. Desarrollaron un importante punto de apoyo para las relaciones y los comercios entre Oriente y Occidente en el Mediterráneo.
Pero con el paso de los años su poder comercial decayó y se fueron empobreciendo. Por ello, vieron en el colonialismo una oportunidad para resurgir, aunque finalmente acabaron por emigrar y a día de hoy son muy pocas las familias sefardíes que continúan viviendo allí.
EMIGRACIONES DEL SIGLO XX
En el pasado siglo diversos acontecimientos produjeron nuevas emigraciones masivas de sefardíes, en especial de los antiguos territorios del Imperio Otomano.
La I Guerra Mundial, la incorporación de los judíos en el Ejército durante las guerras balcánicas, el abandono de la vida tradicional y el auge de América provocó una gran emigración hacia el Nuevo Mundo.
La II Guerra Mundial y el genocidio nazi no sólo en Alemania sino también en Italia o Grecia supusieron un duro golpe para las comunidades sefardíes de aquellos países.
Las nuevas comunidades se centraron en el Estado judío de Israel (1948), y países americanos como EEUU, Argentina, Brasil, Perú o Venezuela.
EL JUDEOESPAÑOL O LADINO
La principal característica para reconocer a los sefardíes es el uso de su lengua, el judeoespañol, también llamado Ladino. Cuando vivían en Castilla y Aragón, los judíos españoles hablaban castellano, catalán o portugués como el resto, excepto algunos hebraísmos que incluían para ciertos términos, pero casi no diferían.
Pero una vez expulsados, al mezclarse con otras culturas, terminaron por crear una koiné, una lengua estándar entre las lenguas iberorrománicas que ellos hablaban y que tenía al castellano como base.
Ese fue el nacimiento del judeoespañol, con sus distintas variantes, al que también se llama ahora ladino, aunque en la Edad Media este era el término que utilizaban los cristianos para denominar a aquellos musulmanes o judío que hablaba el latín, la lengua cristiana.
REQUISITOS PARA LOGRAR LA NACIONALIDAD
Hay algunas condiciones impuestas por la nueva ley que aprueba hoy el Congreso de los Diputados para que los sefardíes puedan obtener la doble nacionalidad. Como una acreditación con un certificado expedido por el Presidente de la Comisión Permanente de la Federación de Comunidades Judías de España.
También vale una acreditación del uso como idioma familiar del ladino, que es el dialecto que se crearon los sefardíes tras abandonar la península pero que conserva aspectos del castellano.
Asimismo se aceptará como prueba un informe emitido por alguna entidad competente que acredite la pertenencia de los apellidos del solicitante al linaje sefardí de origen español.