PAMPLONA 3 Nov. (EUROPA PRESS) -
El cirujano ortopédico Ignacio Sancho González (Tudela, 1981) ha estudiado en su tesis doctoral, defendida en la Universidad Pública de Navarra (UPNA), la infección de prótesis articular (IPA), una de las complicaciones más serias que pueden darse en pacientes que se someten a cirugías de implantes en articulaciones (como rodilla o cadera). A pesar de "su relativa baja incidencia", se trata de "un problema grave de salud", que puede llegar a ser letal. Esta compleja patología, por "la forma en que se organizan los microorganismos en la superficie de las prótesis ortopédicas", precisa de "un diagnóstico rápido y preciso". Para este fin, defiende el trabajo en equipos multidisciplinares con el apoyo de laboratorios de microbiología especializados, que apliquen estas técnicas de diagnóstico avanzado.
La infección de prótesis articular supone un desafío clínico considerable, ya que tanto su diagnóstico como su tratamiento son muy complejos. "La IPA es una infección a cuerpo extraño en presencia de 'biofilm'. Estas estructuras, 'biofilms' o biopelículas, representan un modo protegido de crecimiento que permiten la supervivencia de bacterias en entornos hostiles. El 'biofilm' confiere a las bacterias protección frente a antibióticos y la inmunidad del individuo, incrementa la disponibilidad de nutrientes y reduce el riesgo de deshidratación", ha explicado Ignacio Sancho.
Este modo de organización de las bacterias dificulta el diagnóstico preciso y temprano, algo fundamental para la aplicación de estrategias de tratamiento que permitan la preservación del implante, como el desbridamiento (limpieza quirúrgica), antibióticos y retención del implante (DAIR, por sus siglas en inglés). Además, en las infecciones crónicas, el diagnóstico microbiológico es todavía más complejo. De hecho, se estima que entre un 20 y un 50% de las infecciones de prótesis articular pueden presentar cultivos negativos.
"En ausencia de una prueba diagnóstica inequívoca de IPA y debido a las dificultades para identificar mediante cultivo a los microorganismos causantes de esta infección, el diagnóstico se apoya, a menudo, en una serie de criterios múltiples. Muchos de estos valores son parámetros que el proceso infeccioso altera de forma reactiva en el paciente: manifestaciones clínicas, cambios radiológicos, hallazgos histológicos o la elevación de determinados biomarcadores", ha sostenido el autor de la tesis.
Sancho ha evaluado nuevas herramientas moleculares para el diagnóstico de esta infección y ha destacado el potencial de la NGS (siglas en inglés de "Next Generation Sequencing"). Se trata de una tecnología avanzada de secuenciación de ADN que permite detectar una amplia variedad de microorganismos, incluyendo aquellos que no siempre se identifican con los métodos de cultivo convencionales.
"Las técnicas de diagnóstico molecular son un valioso complemento a los cultivos tradicionales, en especial, en casos de difícil diagnóstico como los microorganismos de lento crecimiento, bajo grado de virulencia y en pacientes que estén bajo tratamiento antibiótico", ha señalado el autor de la tesis, que ha sido dirigida por Ángel Hidalgo Ovejero, que fue jefe del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Universitario de Navarra (HUN) y, actualmente, es profesor asociado del Departamento de Ciencias de la Salud de la UPNA, y María Eugenia Portillo Bordonabe, especialista en Microbiología Clínica del Hospital Universitario de Navarra.
Sancho también ha estudiado el uso de MALDI-TOF (siglas en inglés de "Matrix-Assisted Laser Desorption/Ionization Time-Of Flight"), una tecnología que identifica los patógenos mediante espectrofotometría de masas. En este caso, se emplea para identificar bacterias en el líquido que se obtiene al aplicar ultrasonidos a un implante retirado, proceso que despega los microorganismos adheridos a su superficie y que se conoce como sonicación. Según el investigador, se trata de "un método rápido y preciso que puede ser utilizado de forma combinada con métodos de cultivo para el diagnóstico de la infección protésica articular".
La infección de prótesis articular presenta una incidencia relativamente baja (entre un 1 y un 3% en implantes primarios y entre un 8 y un 10% en cirugías de revisión). Sin embargo, "en términos absolutos, este tipo de infecciones aumentan año a año, en paralelo al número de prótesis implantadas", una cirugía que se practica en cadera, rodilla, hombro, tobillo, codo, muñeca o pequeñas articulaciones de las manos. "Sobre una población cada vez más activa y longeva, crece cada año el número de artroplastias que se implantan. Numerosos estudios pronósticos predicen un aumento exponencial de estos procedimientos para los próximos años", ha afirmado el investigador.
Esta infección supone "un problema muy grave de salud y puede ser letal", ha indicado Sancho, quien ha añadido que, "incluso si se supera, puede acarrear problemas de funcionalidad y secuelas graves". "Pese a las dificultades para clasificar, definir y diagnosticar, resulta esperanzador el hecho de que, actualmente y con la estrategia correcta, somos capaces de curarla. De forma general, para curar esta infección, se requiere la combinación de cirugía y antibióticos dirigidos", ha comentado este cirujano, que ha explicado que el tratamiento no solo ha de centrarse en vencer la infección, sino en devolver la función a la articulación operada complicada con dicho proceso infeccioso.
Ignacio Sancho se licenció en Medicina en la Universidad de Zaragoza (2008) y, posteriormente, realizó la especialidad como Médico Interno Residente (MIR) en el Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Complejo Hospitalario de Navarra (2009-2014). En 2013, completó su formación con una estancia formativa en ortopedia oncológica con los doctores Rodolfo Capanna y Domenico Campanacci en el Hospital Universitario Careggi (Florencia, Italia) y, posteriormente, ya como especialista, con el Dr. Lluis Puig Verdié en el Hospital del Mar de Barcelona para el perfeccionamiento en el manejo de la patología séptica en cirugía protésica (2016).
En la actualidad, trabaja como facultativo especialista del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Universitario de Navarra (HUN), adscrito a la Sección de Cadera y Tumores. Su actividad habitual se centra en la cirugía reconstructiva de cadera (artroplastia primaria y revisión) y en casos de ortopedia oncológica. La Clínica Ubarmin es su centro de trabajo habitual, aunque también desarrolla parte de su actividad asistencial en el Hospital Reina Sofía de Tudela, al que siempre ha estado ligado desde que finalizó su residencia.