MADRID 1 Jul. (OTR/PRESS) -
Sorprende la Delegación del Gobierno con unas cifras sobre la tensión social reinante en Madrid. A la baja, según los números del departamento dirigido por Cristina Cifuentes. Es decir, que el malestar de los madrileños habría disminuido sensiblemente durante los cinco primeros meses del año en curso. Da esa medida la cuantificación de las manifestaciones callejeras, comunicadas y no comunicadas, llevadas a cabo en el tiempo transcurrido entre el 1 de enero y el de 31 de mayo de 2014. En total, 1406. La cifra describe una brusca caída del 36,3 % respecto al mismo periodo del año anterior, en el que se contabilizaron 2.209.
El recado tiene su carga electoral. Se nos invita a reparar en el hecho de que las cifras son equiparables a las que se manejaban cuando el PSOE perdió las elecciones de noviembre de 2011. ¿Será posible que el Gobierno Rajoy haya contagiado a los ciudadanos la esperanza de la recuperación hasta el punto de ir eliminando los motivos del malestar social?
De ser rigurosa esta toma de temperatura a la tensión social, las conclusiones serían de dos tipos. Unas, las electorales. En la marcha hacia unas elecciones tan importantes como las municipales y autonómicas del año que viene, la paz social es clave para el partido en el poder y sus candidaturas territoriales. El otro tipo de conclusiones, más de fondo, hay que buscarlas en la relación generalmente admitida entre crisis económica e inseguridad ciudadana.
Esta segunda aproximación al asunto es de mayor cuantía. Si entendemos que el paro, la pobreza y la desigualdad disparan el malestar social haciendo crecer el riesgo de desordenes públicos, por mero aumento de demanda en el ejercicio del derecho de manifestación, habría que saludar la baja de las protestas. Al menos en el área de Madrid, que suele el rompeolas del estados de ánimo de los españoles.
El malestar social siempre ha sido un precursor de la inseguridad ciudadana. Y el caso es que venimos de unas cuantas convulsiones sociales, ya en tiempos de Rajoy: dos huelgas generales, movilizaciones estudiantiles, marea blanca contra la privatización de la sanidad, los indignados, las movimientos antidesahucios, etc. Un contexto en el Gobierno fletó un primer borrador de la futura ley seguridad ciudadana que se quedaba descompensado a la vista del binomio clásico seguridad-libertad. Es decir, que limitaba demasiado el derecho de manifestación en su afán de proteger la seguridad de los ciudadanos. Lo cual quiere decir que no era tan diligente en la protección de la libertad de los ciudadanos a la hora de ejercer derechos propios de una democracia participativa, como los de manifestación, reunión, expresión, asociación y libre circulación.
Que en estos momentos el Ejecutivo esté siendo sensible a los reparos surgidos en el CGPJ y en el Consejo Fiscal significa que la disminución de las manifestaciones en la Comunidad de Madrid, como síntoma de un clima social que tiende a mejorar, también es una buena noticia.