MADRID 8 Jul. (OTR/PRESS) -
A la vista del bajo tono de la pugna entre los tres aspirantes a la secretaría general del PSOE, se suele mencionar el mal de origen que arrastraría el nuevo líder con una cifra alta de abstención en el pronunciamiento de los militantes. Algunos creemos que es peor el riesgo para la supervivencia del pilar izquierdo del sistema de representación política. Por ahí haría mucho más daño la onda expansiva de una militancia escasamente implicada en la tarea de elegir al sustituto de Rubalcaba.
Esperemos que el debate de este lunes en Ferraz haya despertado a ese 60% de militantes que no avalaron a ninguno de los tres aspirantes. Sobre ellos planea el fantasma de la abstención. Por el mismo precio, esperemos que los tres candidatos participantes en dicho debate se hayan puesto definitivamente las pilas para ser más explícitos y menos genéricos en sus respectivas propuestas políticas e ideológicas.
Cuando alertamos sobre el peligro de que se debilite el pilar izquierdo de la centralidad estamos alertando sobre el peligro de que se debilite el bloque constitucional forjado en el pacto del 78 frente al aventurerismo de fuerzas emergentes que amenazan la estabilidad del sistema. Sobre todo en tres asuntos capitales. Uno, la integridad territorial o, dicho de otro modo, el principio de soberanía única e indivisible. Dos, el anclaje europeo o, si se quiere, el compromiso con las instituciones de la UE. Y tres, la pervivencia de la Monarquía Parlamentaria.
Es el caso que los nacionalistas catalanes y vascos, políticamente fuertes en estos momentos, se han convertido en indisimulados objetores de la unidad de España. Al tiempo, se suman con mayor o menos grado de implicación a las ofensivas antimonárquicas de Izquierda Unida y otros grupos radicales donde se amontonan la extrema izquierda, el populismo chavista, los movimientos antisistema y el paisano cabreado. Caracterizados éstos bajo el nombre de "Podemos", su jefe dio el cante del euroescepticismo español durante la sesión constitutiva del Parlamento Europeo salido de las urnas del 25 de mayo.
En la campaña que protagonizan los tres aspirantes al liderazgo socialista no han sonado inequívocas voces de compromiso en la defensa de la unidad de España y la Monarquía de Felipe VI. Más bien han sembrado dudas. Y eso es lo que seguramente ha movido al presidente del Gobierno a pedir de antemano un líder del PSOE que mantenga el mismo grado de compromiso que el demostrado por Rubalcaba. El requerimiento de Rajoy es un efecto derivado de dichas dudas.
El miedo también late en la pregunta recurrente de los analistas: ¿Hacia donde va el PSOE? Por lo visto y lo oído, no se acaba de ver claro que vaya hacia donde están las clases medias sin desproteger a las capas sociales más humildes, en nombre del sentido común, la cohesión social y el respeto a los derechos humanos. Si trata de inventar algo, por contagio de los grupos emergentes a su izquierda, se acabará resintiendo la estabilidad reinante en nuestra reciente historia.