MADRID 15 Oct. (OTR/PRESS) -
Un protocolo para el desfile del día de las Fuerzas Armadas es una ocurrencia sobre el terreno. La raíz del problema no es el abucheo al presidente del Gobierno en el acto de homenaje a los muertos del Ejército sino la complacencia de personas como Esperanza Aguirre que jalean a los hooligans para rascar unos miles de votos de la extrema izquierda. El problema es la existencia de políticos supuestamente demócratas que no entienden la diferencia entre el respeto a las instituciones y la legitimidad de la crítica a los líderes políticos.
Todo aprovecha para esta derecha tan comprensiva con la corrupción y tan complaciente con las formas más extremas que limitan con el fascismo; el problema es que esta democracia no tiene definidas las rayas rojas que no se pueden atravesar si se quiere uno situarse dentro de los límites de los comportamientos democráticos.
Los valores de la república que en otros países son sagrados, aquí no se respetan en nuestra república monárquica porque hay una serie de políticos y periodistas que están todo el día agitando las turbulentas aguas de la crispación sin darse cuenta que la desafección que manifiestan continuamente las encuestas es la llave que abre la puerta de los populismos y los fascismos que se están abriendo camino en Europa.
En la enseñanza mas elemental hace falta contemplar educación para la ciudadanía: en esencia los valores de la Constitución y los límites que dejan fuera los comportamientos antidemocráticos. Hace falta un asignatura obligatoria que enseñe a los más pequeños los valores de la igualdad, del respeto por la diferencia y la necesidad del ejercicio de la tolerancia y el respeto en la manifestación de la diferencia.
Escuchando los argumentos de Esperanza Aguirre justificando en la libertad de expresión los comportamientos vandálicos en el día de las Fuerzas Armadas, uno entiende porque este partido es enemigo de enseñar a nuestros pequeños educación para la ciudadanía que es la condición que convierte a los españoles en ciudadanos libres capaces de discrepar desde el respeto.