Actualizado 06/07/2015 10:48

Carlos Carnicero.- Estados Unidos y Occidente se equivocan con el Islam.

MADRID 25 Ago. (OTR/PRESS) -

Es muy difícil encontrar una democracia asimilable a la nuestra en los países de mayoría musulmana. Sonreímos esperanzados ante los pequeños avances de Marruecos que tiene un rey cercano a la naturaleza de un dios. Túnez y Mauritania disfrutaron de una primavera política de la que no hemos vuelto a tener noticias esperanzadoras. Libia es un caso aparte. Estaba dirigido por un sátrapa con grandes amigos en occidente. ¡Que hermoso ejemplar de caballo árabe le regaló a José María Aznar! Nicolás Zarkozy estuvo muy cerca del caudillo árabe. Al igual que los servicios de inteligencia franceses. Casi todos los políticos occidentales no tenían escrúpulos en los tratos o la amistad del dictador libio.

Y de repente, apareció una guerrilla interna y occidente decidió que había que acabar con aquel sátrapa que, sin embargo, había sido, hasta entonces, un muro práctico para detener el islamismo radical. ¿Los servicios de inteligencia europeos y norteamericanos no sabían lo que venía después? ¿Tenían miedo algunos políticos de lo que podía revelar Muhammad el Gadafi, que fue asesinado por una turba salvaje en plena calle?

Libia es ahora un estado fallido, gobernado por cabilas o tribus que se reparten el territorio. Las empresas petroleras internacionales pagan la seguridad de sus instalaciones a la tribu dominante donde se encuentran sus pozos. En medio, la Yihad tiene ahora en Libia un centro de reclutamiento de combatientes que provienen de España, Reino Unido, Francia y otros lugares europeos. Y naturalmente de Marruecos y otros países musulmanes del norte de África. Desde Libia han sido sistemáticamente enviados a luchar contra el régimen de Siria y ahora se han expandido al norte de Irak para constituir el Califato que siembra el terror allá donde avanza y es el verdadero problema de Barak Obama.

Se habla poco de Egipto y de la dictadura militar que derrocó el gobierno islamista que ganó limpiamente las elecciones. Las detenciones, ejecuciones y torturas de quienes se oponen al poder militar encuentran poco eco en los diarios occidentales. La persecución de las organizaciones cercanas a los Hermanos Musulmanes predicen una radicalización islamista y la aparición de organizaciones cercanas a Al Qaeda.

Las provocaciones de Hamas no son fortuitas. La brutalidad de la respuesta del estado de Israel y las masacres en Gaza son un semillero para reclutar yihadistas en otros países musulmanes.

Vayamos a unos orígenes que se vuelven a repetir con la tozudez de quienes se empeñan en tropezar con la misma piedra. Cuando se produjo la invasión soviética de Afganistán, la respuesta diplomática de Estados Unidos a la opción soviética vino acompañada por una directiva de la CIA para apoyar la guerrilla local contra el invasor. Escenario tribal y envió de armas y monitores para adiestrar a los muyahidines. Osaba Ben Laden fue armado por la CIA, como es sabido.

El atentado de las Torres Gemelas tenía su epicentro en Afganistán, y la respuesta de invadir este país tenía la lógica de la guerra. Pero para George Bush no era suficiente. Y aunque era y es evidente que el régimen de Sadam Husein no había tenido nada que ver con el atentado de Nueva York, la patraña de la existencia de armas de destrucción masiva sirvió de excusa para la invasión de este país. El resultado, en muertos, destrucción y desintegración de la sociedad civil es bien conocido. Ahora Irak, sin organización política ni militar sólida, se encuentra amenazado por el avance yihadista procedente de los rebeldes sirios y cuenta con un importante apoyo local. Irak también recibió apoyo norteamericano en su guerra contra Irán.

Barack Obama, que se opuso en su día a la invasión de Irak, ha ordenado bombardeos en la zona ocupada por EL, y duda si intervenir en Siria, pero no contra Bashar Hafez al-Asad, al que estuvo a punto de atacar cuando la crisis del gas mostaza, sino contra sus enemigos, a los que Estados Unidos y algunos países europeos han armado para instigar la revuelta y la guerra civil contra la dictadura Siria.

Los yihadistas se han impuesto con eficacia en las filas de los rebeldes sirios. Y ahora, ya no son tanto una amenaza para la dictadura Siria sino para países vecinos: Irak, el Kurdistán y con riesgo de extensión a otros.

Es cierto que los informes de inteligencia rebelan que el asesinato de Osama Ben Laden y de otros cabecillas importantes de Al Qaeda han reducido sensiblemente la amenaza de esta organización y su capacidad para atentar en Estados Unidos y en países europeos.

Ahora el peligro proveniente de Al Qaeda se ha reconducido hacia la amenaza de "lobos solitarios" incrustados en la mayoría de los países europeos. Y a la iniciativa de grupos reducidos que pueden tomar la decisión de realizar atentados con sus propios medios y sin conexiones. La persecución de Al Qaeda ha sido eficaz, pero no ha hecho desaparecer la amenaza, sino que la reconducido a otras formas.

El mundo islámico no tiene un tratamiento eficaz ni de Estados Unidos ni de Europa. La mayoría de los países del golfo, con una riqueza económica inconmensurable mientras tengan petróleo y este sea necesario, son monarquías autoritarias, dictaduras personales, pero la mismo tiempo la única fórmula conocida para mantener la institucionalidad, aunque no sea democrática, en sus respectivos países y áreas de influencia.

Todos los analistas coinciden en que es y sería una locura intentar incentivar rebeliones con el fin de establecer sistemas democráticos occidentales, porque los países musulmanes están todavía en su Edad Media y sus tempos históricos no tienen nada que ver. Todavía no han disociado la iglesia o la religión de la sociedad civil. Cualquier intento de forzar un cambio conduciría a una radicalización islamista contra occidente.

Desde hace dos años, los servicios de inteligencia de España han advertido al gobierno español de los riesgos de la situación en Libia, Siria y Egipto. Y la proliferación de núcleos islamistas españoles, sobre todo en la zona del Mediterráneo, que en primera instancia no tienen motivaciones terroristas o bélicas. Se limitan a crear hemisferios islamistas al margen de las leyes españoles. Y a controlar las formas de vida de la inmigración que aterriza en España procedentes de países del Magreb. Su obsesión es que lleven una vida como buenos musulmanes, al margen de la legislación española cuando esta choca contra sus costumbres.

En síntesis, la amenaza islamista para Estados Unidos y para los países europeos sigue vigente con nuevas formas, con escenarios a corto y largo plazo, con financiación procedente de Arabia Saudí y de emiratos del Golfo. Al Qaeda ya no es un problema de primer orden. Los enemigos de Estados Unidos siguen siendo los combatieres que la CIA arma en Libia y Siria y como ha pasado siempre, terminan por morder la mano que les ha dado de comer.

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