MADRID 24 Sep. (OTR/PRESS) -
La calidad de nuestra vida democrática se ve retratada a menudo por la contundencia y falta de respeto en muchas intervenciones públicas de los líderes de los partidos. Hace tiempo que nadie escucha los argumentos del adversario y mientras éste los está formulando, ya se preparan las descalificaciones: cuanto más gruesa es la respuesta, más prestigio cree que asimila el insultador que se está haciendo profesional de la ofensa. Naturalmente, como la política, quieran o no sus protagonistas, es esencialmente pedagógica, para lo bueno y para lo malo, el cainismo, la crispación, la falta de respeto y la intolerancia descienden en cascada por la pirámide social, llegando en turbamulta a nuestros institutos -donde los padres tienden cada vez más a amenazar y a golpear a los maestros-, a nuestros consultorios, -donde los médicos hasta llegan a recibir una paliza si se niegan a conceder una baja que no corresponde- y a todos los escalones de la vida comunitaria donde tiene prestigio social la conducta soez, la contestación impertinente y la intransigencia sistemática.
Es sabido que el Partido Popular de Asturias tiene una pugna que Francisco Álvarez Cascos, que quiere regresar a la política como candidato a la presidencia del Principado. Hasta ahí, es normal que haya partidarios y contrarios a la presencia del ex ministro de José María Aznar encabezando las listas electorales. Pero lo que me ha llamado la atención es la utilización de la edad de Álvarez Cascos para descalificarle. Dice el PP de Asturias en un comunicado que el "sexagenario" Álvarez Cascos no puede ser candidato en Asturias.
La edad es siempre respetable y utilizarla como alma arrojadiza una bajeza moral intolerable. No podía yo imaginarme defendiendo a Francisco Álvarez Cascos de sus propios compañeros de partido. Pero la ofensa no es sólo desproporcionada -sesenta años, en los tiempos actuales, pese a quien le pese, es en la mayoría de los casos un estadio de madurez y creatividad- sino que es extensiva a millones de españoles que han alcanzado, afortunadamente para ellos, esa edad y siguen activos, con la mente clara y con ganas de hacer millones de cosas. Se me ocurren un montón de razones para oponerse a la candidatura de Álvarez Cascos; probablemente todas son válidas excepto esa ignominia referida a su edad.