Publicado 09/12/2014 12:00

No te va a gustar.- Reflexiones tras un 'puente' demasiado largo.

MADRID 9 Dic. (OTR/PRESS) -

Sí, demasiado largo este 'puente', al que hemos dado en llamar 'de la Constitución', y que comienza siempre con la tradicional recepción que, con motivo del aniversario de nuestra Carta Magna, ofrece el presidente del Congreso de los Diputados a la 'clase política', a representantes de las instituciones y de la ciudadanía. Es una recepción que se suele caracterizar por el recuento más de las ausencias que de las presencias. Me recuerda, en eso, a las 'cumbres' latinoamericanas, como la que ahora se celebraba en Veracruz, México: la *crónica se inicia siempre por los que faltan, como Cuba, Venezuela, Brasil o Argentina, no por los que asisten. Quizá por ello, las 'cumbres' iberoamericanas, que han de redefinirse, se celebrarán a partir de ahora cada dos años, y no anualmente; puede que lo mejor fuese suprimirlas, sin más, y dar paso a alguna otra cosa, más operativa.

Pues eso mismo se me ocurre con las recepciones -treinta y seis hasta el momento, si mis cálculos no fallan- para festejar la Constitución: que son objeto de controversia entre quienes desprecian nuestra ley fundamental y quienes la defienden a capa y espada, por un lado, y que son el marco para el debate sobre si esa ley debe ser reformada, y cuánto, o no debe serlo en absoluto. Es decir, no se trata de una ocasión festiva, sino de una nueva oportunidad para la eterna controversia política que continuamente agita este país nuestro. Y, para enmarcar esos debates, mejor otros ámbitos, posiblemente incluso dentro del recinto parlamentario, pero en sesiones de trabajo.

Nada tengo, por lo demás, contra los 'puentes' festivos a los que tan aficionados somos y que tan bien le vienen al sector hostelero, aunque quizá no tanto a otros sectores de la economía nacional. Simplemente, creo que habrá que buscar otros pretextos. La celebración de que la Constitución sigue viva, aunque sea necesitando urgentes remiendos que algunos no quieren considerar, ya no puede ser uno de estos pretextos: ¿a qué reproducir cada año la gran controversia, a qué denunciar las ausencias de presidentes autonómicos, de ex presidentes del Gobierno, de los diputados y senadores nacionalistas, de los de IU, de los de la mayor parte del Grupo Mixto, de...?

Enfilemos seriamente, de una vez, la recta de la reforma constitucional, poniendo fin de este modo, con la búsqueda de acuerdos, a una Legislatura que ya no va a dar mucho más de sí. Todavía podría llegarse a un pacto para esta reforma, que implicaría, en algún caso -como el del artículo 57, sobre la sucesión al Trono-, la disolución de las Cortes y la celebración de un referéndum. Teniendo en cuenta que la disolución será un hecho obligado dentro de más o menos un año, para convocar elecciones generales, ¿por qué no aprovechar la ocasión para poner en marcha las reparaciones inevitables en el texto constitucional?

Ya sé, ya sé que esto no será así, no me llame usted utópico o iluso: el que la realidad vaya por otros derroteros no puede ser motivo para callar lo que yo creo que sería más conveniente. Y, cuando, guste o no guste, ya son muchos los que admiten -en privado, claro- que la única salida posible, tras las elecciones, será un Gobierno de coalición entre 'populares' y socialistas, ¿a qué estamos esperando para poner en marcha el gran acuerdo? Dejemos de sestear al calor de tanto 'puente' y de tanta fiesta navideña como se nos avecina y venga, al tajo.

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