Actualizado 22/06/2014 12:00

A vueltas con España.- Felipe VI y el establishment

MADRID 22 Jun. (OTR/PRESS) -

Dentro del quemado establishment español, Felipe VI de Borbón es tal vez la única persona que se salva. La imagen del flamante rey es buena y no se conocen borrones en su pasado. Sería, por tanto, un grave error para el propio sistema que no se centrase en arroparle, partiendo de que su gran reto es conectar con las generaciones críticas con las instituciones españolas, de modo particular en Cataluña. Es decir, que su gran reto no es contentar al quemado establishment, sino más bien todo lo contrario. En ese sentido, ya ha habido errores de bulto: su discurso pudo haber sido más audaz -especialmente mirando a Cataluña- y sobró la represión contra los republicanos; decisiones ambas que solo cabe imputar al Gobierno de Mariano Rajoy, pero que no benefician ni los objetivos ni la imagen de Felipe VI.

Si por algo no pasa la necesaria regeneración en España es por una sucesión exprés sin marco legal previo, un discurso más vacío que lleno, poca gente aplaudiendo al rey en la calle, detenciones de republicanos y un aforamiento de excepción para el rey anterior. No es de extrañar que el propio rey Felipe VI le comentase al presidente Rajoy que su coronación había ido "bastante bien", que no es lo mismo que muy bien o sencillamente bien. Como dice el profesor Fernando Ramos, unas cuantas banderas y unos cuantos gritos en la calle no iban a asustar a Felipe VI, sino a recordarle que hay españoles que no aceptan la institución que representa.

Otras cosas que se le critican al nuevo rey, como el uso de uniforme militar en su proclamación, el vestido de Letizia Ortiz poco acorde con la vestimenta del rey o que la nueva reina permaneciese sentada cuando sonaba la Marcha Real, son meras anécdotas que se las llevará el tiempo, como esa otra de Mariano Rajoy al incrustar a su mujer en un acto institucional -que no social-, donde no tenía cabida, ya que en España la única primera dama reconocida como tal es la reina.

En resumidas cuentas: apoyar a Felipe VI no pasa por integrarlo en el quemado establishment español, sino por ayudarle a conectar con las generaciones críticas con las instituciones.