MADRID 15 Oct. (OTR/PRESS) -
Hay comentarios desafortunados que retratan a quién los hacen. Es el caso del consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid que tuvo la infeliz ocurrencia de decir durante la celebración del Día de la Fiesta Nacional, que Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria, se ha hecho conocido gracias a los taxis y las anchoas. Es uno de esos comentarios de "señorito" que rezuma un cierto desprecio envuelto en ironía.
Lo cierto es que Miguel Ángel Revilla es un político peculiar porque es normal. Si, normal. En Santander va a trabajar en su propio coche, no lleva escoltas, y es frecuente tropezarse con él cualquier rincón de Cantabria.
Cuando Revilla acude a Madrid a resolver con el Gobierno central cualquier asunto que atañe a Cantabria, o bien porque va a ser recibido por el presidente de Gobierno, el Rey, o simplemente acude a un acto oficial, suele ir adonde le esperan en taxi. Nada de trasladar un coche oficial desde Cantabria, él sale a la calle, para un taxi y lo mismo se va a la Moncloa que a la Zarzuela, que la celebración de la Fiesta Nacional.
¿Cuántos políticos van en taxi? Me temo que pocos, y mucho menos de manera habitual. Normalmente quién logra una cuota de poder, por pequeña que sea, gusta de que se note, y así tenemos concejales, consejeros, no digo ya ministros, que se rodean de pompa y que desde que son nombrados hasta que dejan el cargo no se bajan del coche oficial.
Miguel Ángel Revilla es de Cantabria y tiene aspecto de español normal, pero resulta que se comporta como si fuera sueco. Ya saben ustedes que en los países nórdicos, muchos primeros ministros van a trabajar en bicicleta, y no olvidemos que al malogrado Olof Palme le asesinaron mientras guardaba cola para entrar en el cine.
En España tenemos un problema de terrorismo y lógicamente los políticos han tenido que guardar unas medidas de seguridad, pero algunos simplemente disfrutan de que se note que tienen poder subiendo y bajando del coche oficial.
Por eso el presidente cántabro es una excepción, porque no parece un político profesional, si no un señor que su trabajo consiste en trabajar para la comunidad. Y si, Miguel Ángel Revilla cuando llega a Madrid a una audiencia con el Rey, o a hablar con el presidente del Gobierno, o acude a alguna cita oficial, suele llevar latas o frascos de anchoas de Cantabria, que es una manera de promocionar uno de los productos más exquisitos de su tierra.
De manera que no es de recibo que un consejero de la autonomía madrileña haga mofa de que el presidente de la autonomía de Cantabria va en taxi y además regala anchoas. Más bien el consejero José Ignacio Echeverría debería de tomar ejemplo y poner además como ejemplo al presidente de Cantabria.
Serán los cántabros en las próximas elecciones quienes decidan con su voto si están satisfechos o no con las políticas llevadas a cabo por Miguel Ángel Revilla, pero hay una cosa que siempre le tendrán que agradecer, y es que ha puesto a Cantabria en el mapa. Antes Cantabria no contaba políticamente, ahora sí.