MADRID 25 Jun. (OTR/PRESS) -
La derecha no cambia un ápice, sino que se afianza en sus modos, pase lo que pase, aunque se den el batacazo que se dieron el 25 de mayo, aunque el pueblo español manifieste atisbos de cambios importantes, como el alumbramiento del movimiento-partido Podemos, incluso aunque vean que hasta el nuevo monarca estrena comportamientos y guiños que cambian un tanto la tradición de treinta y nueve años de reinado de su padre. La derecha gobernante es fiel a sí misma y lo seguirá siendo incluso si pierden las elecciones generales de finales del año próximo. Una de las últimas pruebas de lo que digo es la lamentable historia de la llamada reforma fiscal, debida únicamente a las prisas por congraciarse con esa parte sustancial de su electorado que el 25 de mayo abrió la gran crisis política con su abandono de las urnas del PP. El partido gobernante en el fondo está convencido de que una mayoría de españoles lo apoyará en las generales, con poco que se modifiquen algunas de las decisiones que más les pudieron perjudicar. Pero el PP no sabe cómo hacer para conseguirlo. Por eso el destrozo de la llamada reforma fiscal.
Por eso la chapuza del cambio mínimo en el proyecto de ley del aborto. Y el desafuero de la pretendida reforma de la Ley del Consejo del Poder Judicial. Y la otra gran chapuza de la ley del aforamiento del rey abdicado. No han entendido una palabra, o hacen como que no lo han entendido, del alumbramiento de Podemos y no reconocen que se trata del mayor acontecimiento político en España de los últimos tiempos. Así se entiende la inquina desplegada contra ese partido y sobre todo contra su líder Pablo Iglesias, de modo especial en sus terminales mediáticas, que manifiestan un notable desconcierto ante el suceso. Y un pánico indisimulable ante la posibilidad de que en los próximos meses el efecto Podemos crezca y crezca hasta contrarrestar desde la izquierda la caída del PSOE, se recupere éste o no después del congreso que va a celebrar en julio para la elección de su secretario general. Pero aunque sean torpes, tontos no son, y se dan cuenta de que la suma de las izquierdas muy difícilmente va a permitir que el PP en las generales obtenga unos resultados que le permitan seguir en el Gobierno.