- Al-Maliki decreta el toque de queda en Bagdad y solicita refuerzos para la capital y Samarra a Estados Unidos
BAGDAD/MADRID, 13 Jun. (OTR/PRESS) -
'Deja vú' de violencia en Irak. Un nuevo atentado contra la mezquita de Askariya, en Samarra, destruyó hoy por completo el mauselo chií que en febrero de 2006 vio como su cúpula dorada se hundía con una explosión. Con aquel atentado se inició un nuevo ciclo en Irak de violencia sectaria y de odio entre comunidades que todavía hoy puede respirarse en todo el país y este nuevo ataque no puede hacer sino agravar la situación. El primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, se apresuró a decretar un toque de queda en Bagdad para evitar los enfrentamientos entre suníes y chiíes, así como a demandar refuerzos en la capital y en Samarra al Ejército de Estados Unidos.
Según algunas informaciones, el atentado de aquel febrero de 2006 que desencadenó la guerra entre comunidades musulmanas fue obra de grupos próximos a Al Qaeda e incluso se llegó a acusar al Ejército estadounidense de destruir la cúpula de la mezquita de Askariya para provocar el enfrentamiento entre suníes y chiíes. Los enfrentamientos que estallaron tras aquel ataque causaron, según cifras de la ONU, 34.452 muertos sólo a lo largo de 2006, una media de un centenar de víctimas todos los meses, la mayoría de ellas, ejecuciones sumariales a sangre fría.
La planta y los minaretes habían quedado intactos tras aquella explosión que derruyó por completo la Gran Cúpula Dorada y estaban estrechamente protegidos desde entonces por la Policía y el Ejército iraquíes. Se desconoce cómo hicieron los atacantes de hoy para eludir la vigilancia, un dato para los leales al clérigo chií Muqtada al-Sadr es más que sospechoso. En declaraciones a 'Al Jazeera' recogidas por OTR/Press, Abdul Mahdi al-Mutiri, un alto portavoz del grupo de Al-Sadr se preguntó "¿como hicieron los terroristas para entrar dentro de la mezquita, poner los explosivo y volarla, a menos que tengan gente infiltrada en las Fuerzas de Seguridad ayudándoles?".
La mezquita de Al Askari contiene las tumbas del décimo y el undécimo imán -Alí al Hadi, muerto en 868, y su hijo Hassan al Askari, muerto en 874- ambos descendientes de Mahoma y a quienes los chiíes consideran sucesores religiosos del Profeta. El templo se encuentra también cerca de la zona donde desapareció el decimosegundo imán, Mohamed al Mahdi, el llamado 'imán oculto' e hijo y nieto de los dos imanes enterrados en la mezquita. Los chiíes creen que Al Mahdi regresará a la Tierra para restaurar la justicia entre los humanos.
TEMOR A UNA NUEVA GUERRA ENCUBIERTA
Tras el atentado, el primer ministro iraquí decretó el toque de queda en Bagdad en previsión de un posible estallido de violencia sectaria, lo que cerró al tráfico rodado la capital desde las 15 horas (13 horas en España). Además, Al-Maliki se reunió de urgencia con el director de la Waqf -la agencia estatal encargada de gestionas las mezquitas y las madrasas chiíes- Saleh al Haidari, y posteriormenmte con los ministros del Interior y Defensa, además de otros responsables de seguridad, para estudiar medidas con las que impedir un nuevo estallido de violencia.
El jefe del Ejecutivo también se reunió con el comandante en jefe estadounidense en Irak, el general David Petraeus, y con el embajador norteamericano en Bagdad, Ryan Crocker, para pedirles tropas refuerzo en el entorno de Samarra -95 kilómetros al Norte de la capital- y que las fuerzas estadounidenses en Bagdad se mantengan en máximo estado de alerta en previsión de posibles enfrentamientos, según informó su oficina. La versión del despacho de Al-Maliki es que algún grupo próximo a Al Qaeda destruyó la mezquita para encrespar aún más los ánimos entre sunís y chiíes.
Mientras, en la ciudad santa de Nayaf, al Sur de Bagdad, Al-Sadr llamó a la celebración de manifestaciones pacíficas en respuesta al atentado, en un comunicado en el que se dejaba entrever cierto tono conciliatorio entre comunidades. "Declaramos un luto de tres días y pedimos que se grite 'Alahu Akbar' (Alá es Grande) tanto en las mezquitas suníes como en las chiíes", rezaba el texto. Sin embargo, horas más tarde Al-Sadr atacaba a su verdadero enemigo, el Gobierno de Nouri al-Maliki.
Los 30 diputados leales al clérigo anunciaron la suspensión de sus actividades parlamentarias y adviertieron de no regresarán a la Cámara mientras el Gobierno no ponga en marcha medidas "realistas" para reconstruir todas las mezquitas suníes y chiíes del país, incluida la de Samarra. "El Bloque sadrista declara la suspensión de su pertenencia al Consejo Iraquí de Representantes mientras el Gobierno no adopte medidas realistas para reconstruir las mezquitas chiíes y suníes, además de la mezquita Askariya", se lee en un comunicado del grupo parlamentario.