MADRID 30 Abr. (OTR/PRESS) -
Afirmaba don Gaspar Zarrías -"ciudadano secretario de estaó" según se definía para justificar su presencia en el acto de apoyo a Garzón- que sentía envidia de la foto de Sócrates reunido con la oposición. Inmediatamente alguien aclaró que se refería a José Sócrates, primer ministro de Portugal, y no al filósofo clásico. Y esa foto es la que echaba de menos el ciudadano Zarrías en España: la que plasmaba el diálogo necesario entre Gobierno y oposición para salir de una crisis que -y esto lo digo yo, no Zarrías- empieza a enquistarse peligrosamente.
Con semejante preámbulo, es fácil de imaginar lo que viene después y el por qué de la envidia del secretario de "estaó": el Partido Popular no ha arrimado el hombro en ningún momento y se cree que cuanto peor le vaya a España, mejor le va a ir a él, piensa en las elecciones y no en el bien del país. Y tiene razón. Lo malo es que si le planteas el tema al PP te dicen que ellos siempre han tendido la mano al Gobierno y que ha sido precisamente el Gobierno el que no ha aceptado nunca su ayuda. Y tiene razón. Para ver en España la foto que Zarrías echa de menos, se supone que debe ser el presidente del Gobierno quien llame para quedar y, la verdad verdadera, es que llamar, lo que se dice llamar, ha llamado poquito, a destiempo y muy raro.
Y es que el devenir del Gobierno ha sido también muy raro, casi un imposible filosófico porque lleva meses afirmando que estamos ya saliendo de un túnel en el que, oficialmente, nunca hemos entrado. Y ese ha sido su error. Cuando ha querido poner soluciones se ha encontrado que no había un criterio sólido y como tiene minoría mayoritaria, ha ido "comprando" -que en democracia es legítimo pero muy feo- los apoyos a decisiones sueltas para que salieran victoriosas en el Congreso: unos presupuestos en los que no creía ni el que los hizo o una subida del IVA que era rechazada por todos menos por que los que no pagaban IVA. Son dos ejemplos.
Y entonces, no sólo frente a un clamor social que reclamaba en un acuerdo mayoritario, sino también frente a unas cifras de paro verdaderamente preocupantes, organiza un tridente, prepara un palacete en Zurbano e inicia la búsqueda del gran acuerdo. Sobre la mesa de la antigua casa de la reina Fabiola, cae ahora el polvo del olvido y uno a uno se fueron levantando y abandonando el recinto mascullando "no es esto, no es esto". Pero esos "uno a uno" no eran solo el PP, sino la propia izquierda y los nacionalistas.
Yo también -como el ciudadano Zarrías- echo de menos ese diálogo, pero culpo a todos de que no se haya producido, no sólo al PP, que también. Por enésima vez mantengo lo mismo que mantenía cuando Aznar estaba al frente del Gabinete: la democracia es una gran sartén en la que estamos todos, pero unos más que otros: estamos los ciudadanos muy poquito, los medios de comunicación bastante más y los partidos políticos y las fuerzas sociales quizás demasiado. ¿Y el Gobierno? Ah ciudadano Zarrías, el Gobierno es quien tiene el mango de esa sartén, es quien tiene la sartén por el mango. Que es lo bonito, lo difícil y lo responsable.