MADRID 16 Abr. (OTR/PRESS) -
Es más que posible que el presidente se empeñe en cumplir su palabra, la apalabra anunciada, y aunque no se presente a las próximas generales, agote hasta el ultimo día la legislatura. Es posible, es probable... pero nada hay seguro en política. Los acontecimientos se suceden con una velocidad desesperante para unos pero peligrosa para todos y tal vez, sólo tal vez, después de las municipales autonómicas, ZP se vea obligado a convocar nuevas elecciones, sin demasiada prisa pero sin excesiva calma. Y es que las cosas no están bien y todo parece indicar que van a ir a peor. Tiene ahora mismo el Gobierno socialista tres o cuatro frentes abiertos nada tranquilizadores.
El primero es naturalmente la marcha de la economía que no sólo no remonta sino que ya hay expertos que auguran que se puede llegar a los seis millones de parados. Sube el precio del dinero, se dispara el del petróleo, el sector financiero -las cajas, sobre todo- necesitan una fuerte inyección y la deuda de las autonomías crecen y crecen al margen de los intereses nacionales. Decir con la que está cayendo que España es un trasatlántico, pues se pude decir, pero nadie se lo va a creer. Peor es anunciar una inversión china que nunca existió y echar luego la culpa a los traductores. En lugar de jugar a los barcos, lo que debería haber hecho el presidente es decirle a los españoles que las cosas no están para bromas y que el año que viene van a estar peor. Pero no, debe seguir pensando que jugar al optimismo infundado da votos. Allá él.
El segundo frente está cerca y pueden ser los resultados de las autonómicas y municipales que, pese a los ligeros cambios de tendencia que algunas encuestan quieren señalar, las va a perder el PSOE de forma casi estrepitosa. Es posible que no, que uno ya nunca se fía de nada, pero de cumplirse lo que hasta ahora se prevé, el cartel que puede salir de esas votaciones no parece el mejor para agotar una legislatura.
Menos importante, pero sin duda bastante significativo, es el papel de España como nación en el mundo: ya ni estamos en el "top ten" de las potencias mundiales y nuestra política exterior es nula, se limita a ir a remolque de lo que se decide en Alemania, en Francia y en EEUU. Si ellos nos dicen que hay que mandar tropas a Libia, se mandan aunque ni se sepa para qué. Porque, aunque parezca mentira, es que no se sabe aun lo que la OTAN pretende aunque si se intuye lo que quiere Francia y la Gran Bretaña.
La pregunta que se debería hacer ZP y el PSOE es si agotar así la legislatura merece o no la pena y no sólo desde un punto de vista generosamente nacional sino, incluso, como partido. Muchos, desde dentro, te dicen en voz baja que este camino no lleva a ninguna parte y otros muchos te aseguran que, en todo caso, a un desastre aun mayor. Pero ZP espera el milagro, no se sabe cuál, pero lo espera. Ojalá llegue por el bien de todos, pero no suele suceder.