Publicado 28/11/2024 08:00

Antonio Casado.- La confianza dinamitada

MADRID 28 Nov. (OTR/PRESS) -

Cristina Valido, portavoz de Coalición Canaria, dijo este miércoles en el Congreso que la derivada política de la tragedia valenciana, donde nadie parece ser responsable de lo ocurrido, es dinamita para la confianza de los gobernados en los gobernantes. Lo desalentador es que la denuncia tenga que venir de una fuerza política minoritaria (un solo escaño), justamente por estar deshabitada de apremios de poder a escala nacional.

Esa aversión al fango político no se la permiten las fuerzas que se disputan el palacio de la Moncloa:

Al contrario. Núñez Feijóo aprovecha la cita, convocada exclusivamente para hablar de la avalancha de fango del 29 de octubre, para pregonar en sede parlamentaria el "calvario parlamentario y judicial" de Pedro Sánchez. Y Sánchez, erre que erre, amén de anunciar un nuevo volquete de dinero público destinado a la reconstrucción de las zonas devastadas, insistió en culpar al cambio climático, aunque el Gobierno (PSOE) lo hizo todo bien y la Generalitat valenciana (PP) lo hizo todo mal.

"Usted aporta a este país más problemas que soluciones", espetó el presidente al líder del PP, antes de acusarle de haber actuado en Valencia con "inoperancia, mentiras y soberbia". Así no hay forma de desmentir a una opinión pública descreída de unos políticos enredados en disputas irrelevantes en vez de dedicarse a resolver los problemas de los ciudadanos.

Pero lo cierto es que Sánchez ha dejado pasar un mes para explicar ante el Congreso lo que hizo o dejó de hacer el Gobierno de la nación para prevenir y luego reparar en lo posible las consecuencias humanas y materiales de la catástrofe del 29 de octubre. Es evidente que consideró prioritaria su presencia en la cumbre climática de Bakú y en la cumbre económica de Río (G-20).

Se lo reprochaban este miércoles las fuerzas políticas de la oposición y algunas de su propia ecuación de poder. Pero, como viene siendo habitual, el pleno "monográfico" acabó convirtiéndose en la enésima entrega sobre el alarmante grado de los banalizados enfrentamientos de la clase política española entre sí. Uno de los intervinientes comparó estos mini debates sobre el estado de la nación en una tertulia de avispados analistas, cuando no en una performance del club de la comedia.

Difícil llegar a conclusiones más edificantes cuando el que gobierna y el que quiere gobernar compiten en una absurda carrera de sacos por aparecer todavía más irresponsable que el otro. Ni por asomo se prestan a una eventual remada conjunta en la solución de problemas de mayor cuantía, como la reconstrucción de las zonas devastadas en la Comunidad de Valencia, el lacerante problema de la vivienda o la gestión del fenómeno migratorio.

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