MADRID 26 Dic. (OTR/PRESS) -
Indolente pero cumplidor con el respeto debido a la figura del Rey, el componente socialista del Gobierno tampoco se suma a la histérica reacción de sus subversivos compañeros de viaje (socios republicanos, plurinacionales e independentistas) contra la pedagogía constitucional del mensaje navideño del Rey.
A partir de esta constatación, hagan ustedes cuentas y descubrirán que la ira antimonárquica desplegada en las horas siguientes a la emisión del mensaje de Felipe VI representa aproximadamente a un millones y medio de españoles (conjunto de votantes de Sumar y partidos independentistas), mientras que los votantes conformes con el espíritu y la letra de dicho mensaje ronda los veinte millones.
Aquí también cuenta la aritmética. Es un excelente argumento desactivador de una impresión falsa. La que puede producir el hecho de que una veintena de fuerzas políticas de confesada aversión al vigente orden constitucional (Movimiento Sumar, Podemos, Compromís, Comunes, Izquierda Unida, Mas País, ERC, Junts, CUP, PNV, BNG, Verdes...) se convierten en una magnitud insignificante frente a la suma de solo tres partidos (PP, PSOE y Vox) conformes con las palabras del Rey y con el papel asignado a la Monarquía en el régimen del 78.
Por tanto, me quedo con la acertada defensa de nuestra Carta Magna en boca del jefe del Estado. Acertada y oportuna. Es el momento de recordar a los representantes del pueblo soberano que solo la partitura constitucional nos protege de las subversivas salidas de tono teatralizadas por quienes, absurdos y enredadores, echan de menos un rey republicano y plurinacional que tome partido por las fuerzas republicanas y plurinacionales que forman parte de la vigente ecuación de poder pastoreada de aquella manera por Pedro Sánchez.
De modo que las previsibles reacciones antimonárquicas tras el mensaje navideño del Rey no derogan en absoluto el acertado canto a los valores constitucionales que se desprende de las palabras de Felipe VI. Esas reacciones carecen de la necesaria cobertura democrática que podría cuestionar la continuidad de la institución.
No es el caso.
Por tanto, muy bien traído el mensaje de este año como fuente de recetas contra la crispación política, los conflictos institucionales y la falta de sintonía entre los dos grandes partidos de la centralidad.
Una excelente dosis de recuerdo para fijar la potente idea de que fuera de la Constitución sólo reinaría la arbitrariedad y la imposición. Y que dentro de ella están trazados los caminos de la concordia, la unidad y el progreso.
Amén.