MADRID 26 Oct. (OTR/PRESS) -
Puigdemont es un juguete roto, pero no lo sabe. Y lo peor es que no quieren saberlo sus seguidores, seducidos por este gran farsante cuya gracia no va más allá de prometer la "desespañolización" de Cataluña. Todo un partido sometido a los vaivenes personales del hombre que anunció un mutis patriótico si no recuperaba la Generalitat tras las elecciones del pasado mes de mayo. Pero se pasó el compromiso por el arco del triunfo.
Dicho sea a pesar de su divorcio de la cotidianidad catalana, debido a su condición de fugado de la Justicia, es muy posible que sin salir de su confortable burladero de Waterloo formalice su liderazgo en sustitución de Laura Borrás, aunque conservando a Jordi Turull como número dos. Es lo previsible en el desenlace del congreso que esta formación independentista celebra desde el viernes en Calella (Barcelona).
Puigdemont será elegido por votación en lista cerrada que él encabeza, no en votación de cada candidato a la dirección como era la norma vigente que él ha cancelado para que su cruzada contra el Estado "represor" no se distraiga frente al posibilismo de Jaume Giró y el de otras corrientes más pragmáticas dentro del independentismo de derechas que ha encontrado la postura en este partido fundado por el propio Puigdemont (julio 2018, no confundir con una coalición del mismo nombre) desde el auto destierro que se impuso después de aquella efémera declaración de la república independiente de Cataluña a finales de octubre de 2017.
Quienes más pendientes van a estar del desenlace van a ser los teólogos de la Moncloa. Por la cuenta que le trae al Gobierno, necesitado de los siete votos que el prófugo controla en el Congreso justo cuando la marea especulativa que sugiere un cierto acercamiento de la derecha catalana (JxC) a la derecha nacional (PP) rivaliza con la marea especulativa que sugiere una apuesta por la continuidad de Sánchez si este accede a las exigencias de los de Puigdemont (competencias de inmigración, lengua catalana en Europa, reforma del CNI, que el "cupo" catalán no sea negociado sino decidido unilateralmente, más recursos para Cataluña y sus ayuntamientos, etc).
Si nos atenemos al contenido de la ponencia política presentada al congreso inaugurado este viernes, Sánchez tiene motivos para cuestionar su propio anuncio de que "hay gobierno para rato":
Entre otras cosas se lee que la confrontación con el Estado debe primar sobre la colaboración, aunque deja la puerta abierta a lo segundo, según se infiere del pasaje que reza textualmente: "Si el Gobierno del PSOE pierde nuestro apoyo será porque incumple sus compromisos y la responsabilidad será suya", dice en clara referencia al pacto de investidura que ambas fuerzas, socialistas y ex-convergentes (CiU en la memoria), firmaron tras las elecciones de 23 de julio del año pasado.