MADRID, 10 Oct. (OTR/PRESS) -
Cada uno se justifica como quiere. El líder de la oposición califica de "bajeza moral" la furtiva triangulación de intenciones entre Bildu, Sumar y el PSOE, cuyo resultado endulza el horizonte carcelario de los sanguinarios matarifes de la Eta felizmente desaparecida.
Núñez Feijóo carga las tintas para distraernos del pecado de indolencia cometido por sus equipos del PP (políticos, parlamentarios, jurídicos y de comunicación), incapaces de detectar una jugada que nos remite al fondo de la cuestión: cancelación o alivio del sufrimiento de los etarras presos por asesinar en nombre de la patria vasca.
El asunto es grave. Pero difícilmente se puede asumir que el PP apoyase encantado (18 de septiembre) una reforma legal con generoso regalo a cuarenta y tantos etarras que ahora podrán convalidar en España la parte de sus respectivas condenas ya cumplida en las prisiones francesas. Ese es el pecado del PP. El de la desidia. No hacer los deberes inmersivos en la letra y el espíritu de la enmienda dedicada por la izquierda plurinacional y descolonizadora a los presos de Eta.
Feijóo pretende rearmarse argumentalmente cuando le dice a Sánchez en sede parlamentaria que no es lo mismo un error que un acto de bajeza moral, como el cometido en el furtivo tuneo de un determinado artículo de la ley orgánica 7/2014 (el 14.1) y la supresión de una disposición que inicialmente excluía a los presos etarras en materia de antecedentes penales y cumplimiento de penas a escala europea.
Es verdad que no es lo mismo un voto desinformado que un voto cómplice. Y es verdad que a nadie se le pasa por la cabeza que el PP está por la labor de darle cariño a los presos de Eta. Pero también es verdad que sus cuadros no vieron venir esos efectos de la reforma. Por pura indolencia.
Ahora el mal ya está hecho. Lo de frenar en el Senado, aprovechando la mayoría absoluta del PP, de ninguna manera impide la marcha ordinaria hacia el BOE de una reforma aprobada por unanimidad de todos los grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados.
Todo lo cual no impide objetar el tramposo relato del Gobierno que acusa al PP de saber perfectamente lo que estaba apoyando y se encastilla indebidamente en la trasposición de directivas europeas a la legislación española. Porque, aunque es una obligación de los países de la UE con carácter general, esta vez eso era lo de menos.
Esta vez se trataba de un regalo camuflado para los etarras con mayor carga penal, que ahora se reducirá sensiblemente porque los representantes del pueblo soberano, los más comprometidos con la causa de las víctimas del terrorismo, estaban silbando melodías cuando Sumar coló su venenosa enmienda.