Publicado 26/11/2024 08:01

Antonio Casado.- El precio de la indignidad

MADRID 26 Nov. (OTR/PRESS) -

La coincidencia en el tiempo del laborioso parto fiscal del Gobierno con sus costaleros, por un lado, y la ruidosa deposición judicial de Víctor Aldama contra los alrededores del sanchismo, por otro, han colocado en los circuitos positivos y mediáticos del país la falsa sensación de estar viviendo un fin de ciclo. Como si la legislatura se estuviera tambaleando y que esto no diera más de sí.

Tal vez sea Núñez Feijóo, líder del PP, quien mejor ha descrito la situación tras las revelaciones sin pruebas del gran corruptor de la trama que trepó en la nomenclatura sanchista instalada en las estructuras del Estado. Dice el aspirante a la Moncloa que España tiene al presidente "más débil y más chantajeable de la Democracia". Excelente descripción de la indignidad en pocas y sencillas palabras.

Pero la indignidad tiene un precio. O una retribución, según se mire. En cualquier caso, no figura entre las causas de cese en el desempeño del cargo. A saber: dimisión, convocatoria de elecciones o moción de censura que retire la confianza parlamentaria al presidente. Ninguna de ellas consta en las agendas de quienes pueden activarlas. Sánchez no está por la labor de dimitir o convocar elecciones ni Feijóo por la de presentar una moción de censura por falta de apoyos en el Congreso.

Por otra parte, se da la circunstancia de que la flotabilidad de Sánchez se debe precisamente al hecho de ser "débil" y "chantajeable", pero sigue vivo. Frágil y acorralado. Así lo quieren sus socios y aliados porque es la forma de encarecer el precio de sus exigencias, algunas de dudosa legalidad, como las referidas al exclusivo interés territorial de las formaciones nacionalistas vascas y catalanas.

Por eso tengo escrito que si Sánchez cae no será por Aldama, sino porque alguno o algunos de sus socios o aliados (los de Sánchez no los de Aldama) entiendan que se ha alcanzado el límite en el amontonamiento de despropósitos en el historial una legislatura nacida hace poco más de un año: la estabilidad del Estado depende de los enemigos del Estado, la geometría variable favorece el mercado negro de la política, unos ministros, un fiscal general y la propia esposa del presidente del Gobierno están bajo sospecha de conductas delictivas, etc.

Al parecer, aún no hemos pisado la raya roja a partir de la que a los actores del drama se les debería caer la cara de vergüenza. Nada indica que vaya a alterarse la agenda de Sánchez, que prevé cerrar el año con un congreso federal del PSOE a la búlgara y sacar adelante los Presupuestos Generales del estado del año que viene, mientras deja a los medios informativos y la oposición política entretenidos con la corrupción de cercanías: 4 sumarios, 15 presuntos delitos y 11 ministerios bajo sospecha.

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