MADRID 24 Oct. (OTR/PRESS) -
Radiotelevisión Española sería una historia de éxito permanente, en términos de servicio público, profesionalidad, neutralidad y eficiencia, si tuviera buen señor. Es decir, si el medio no estuviera contaminado por la permanente reyerta partidista. Y esa dolencia no se cura con el anunciado decreto ley que pretende superar el bloqueo que la Corporación sufre desde la caída del último presidente de extracción parlamentaria, Pérez Tornero, hace dos años. Más bien al contrario, creo que la patología va a ir a más porque se agrava con la polarización desde arriba.
Según el ministro de Transformación Digital y Función Pública, Oscar López, telonero del apresurado proyecto de reforma, se trata de reactivar el medio público con sobredosis de pluralismo, estabilidad y profesionalidad, lo cual es como reconocer esas carencias durante el propio reinado de Sánchez en la Moncloa.
¿Y ahora las prisas?
Claro, porque es ahora cuando el Gobierno necesita reactivar su tambaleante pedestal parlamentario. Es ahora cuando, en plena campaña de captación de costaleros para sacar adelante los PGE para 2025, toca seguir entonando la balada de los 1000 días. De ahí el "pluralismo" pregonado el martes por el citado ministro.
Pluralismo Frankenstein, dicen los tertulianos, no transversalidad. Aquí se habla del pluralismo representado en el llamado bloque de investidura en fase de reconstrucción. Hasta ocho partidos distintos con posibilidades de acceso al Consejo de Administración de RTVE. Eso explica su ampliación. Hasta 15 vocales elegidos en un Congreso dominado por el PSOE, los independentistas y la izquierda plurinacional. Y solo cuatro elegidos por un Senado con mayoría absoluta del PP.
¿Alguien tiene alguna duda de lo que de verdad persigue esta apresurada reforma de la vigente ley de RTVE (presidente elegido en el Parlamento y desvinculado de la duración de la legislatura), promulgada en 2006 y, por desgracia, incumplida luego por sendos decretos de los Gobierno del PP en 2010 y del PSOE en 2018?
De las otras dos gracias que el ministro López atribuye a la reforma, profesionalidad y estabilidad, me abstengo de referirme a la primera, que está libre de toda sospecha, con decreto y sin decreto, en manos de excelentes profesionales de la información, la formación y el entrenamiento. Y en cuanto a la segunda, la durabilidad, conviene saber que lo que se reforma por decreto se anula por decreto. Quiero decir que el hecho de vincular el mandato de los vocales del Consejo a un periodo de seis años (no en función de un eventual cambio de signo político en el Gobierno) no es en absoluto garantía de estabilidad en un ecosistema tan polarizado y convulso como el nuestro.