Publicado 26/09/2024 08:02

Antonio Casado.- Tres culebrones

MADRID, 26 Sep. (OTR/PRESS) -

Los tres grandes culebrones de la política nacional colonizan la semana en ausencia del presidente, que ha estado luciendo palmito en la asamblea general de la ONU. Por exigencias del escalafón, ha sido su número dos, María Jesús Montero, el saco de golpes en sede parlamentaria -martes y miércoles de control al Ejecutivo en cada una de las Cámaras-, por cuenta de esos tres asuntos en el momento más delicado de una legislatura joven pero ya tambaleante.

El primero afecta a la estabilidad, la paz social y el progreso del Reino de España, hoy por hoy bajo control de los declarados enemigos de España. Lo nuevo es que la consigna "gobierno para rato" ha sido objetada por un prófugo de la justicia española, con resultado de frenazo de Moncloa en el preceptivo paso por el Congreso del techo de gasto. Se retira la propuesta porque, ante el cantado rechazo de Junts y la nula disposición del PP a alimentar la mencionada consigna, iba camino de convertirse en la enésima prueba de que las losetas de la Moncloa sobre las que Sánchez camina se mueven cada vez más.

También el segundo de los culebrones de la agenda política (corrupción de cercanías) nos remite a la creciente inseguridad del terreno que pisa el presidente. La Audiencia Provincial de Madrid le ha parado los pies en su pretensión, expresada a través de la Fiscalía, de que la presunta apropiación indebida de dos marcas de la Universidad Complutense (título de la cátedra de Begoña y su soporte informático), no cayera también en manos del juez Peinado, que ya investiga a la esposa de Sánchez por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios.

El tercer brochazo del poco luminoso panorama reactualiza el problema de las relaciones hispano-venezolanas. So pretexto de la presentación de un libro en el Ateneo, la reactualización viene cosida a un nombre propio, el de José Luis Rodríguez Zapatero, cuya presunta cercanía al chavismo ya es un lugar común. Hasta el punto de utilizarse como recurso argumental de quienes se sienten más demócratas que nadie recordando que medió en la evasión de Edmundo González, el ganador de las elecciones del 28 de julio, por hacerle un favor al perdedor, Nicolás Maduro.

Zapatero defiende su papel de hombre bueno en la operación humanitaria que ha librado a González y su familia de las "consecuencias" sugeridas en las amenazas del chavismo si no firmaba el reconocimiento de Maduro como ganador de las elecciones. El expresidente español nunca calificó de "dictadura" al régimen de Maduro. Tampoco lo calificó nunca de "democracia". Se reserva lo uno y lo otro como exigencia de la discreción obligada en quien se reconoce a sí mismo como "facilitador". Yo prefiero llamarlo "hombre bueno", como una forma de reprobar el fusilamiento verbal al que ha sido sometido.

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