MADRID 30 Oct. (OTR/PRESS) -
Todavía hay quienes, resistiéndose a la más cruda verdad, ansían ver que el nacionalismo catalán replegará velas tras las elecciones y que de una manera u otra las aguas volverán al sinuoso cauce de la presión y las cesiones que han configurado el status quo de las relaciones desde el comienzo de la democracia.
Pero es evidente para todo el que no se tape ojos y oídos que la realidad es muy otra. Que simplemente CiU después de treinta años de avances de autogobierno, de desaparición del Estado en Cataluña ha dado el paso que le quedaba. Ya no les queda otra cosa que obtener sino la independencia y hacia ese objetivo, fuera ya caretas, se dirigen proclamándolo mientras que los que nunca han querido hacerle frente aún pretenden interpretar esas soflamas y se resisten a la obviedad como ese Príncipe nuestro que llega a afirmar que "No hay un problema con Cataluña".
Pero ahí está y ahí estará como asunto primordial, grave y que nos amargará la existencia por años y en todos los aspectos, por supuesto en el económico y en el internacional. Aunque también es cierto que el cansancio, la pereza intelectual ante la inmensa y burda mentira, ante una repulsiva traición transformada de continuo, con pertinaz y gobelsiano empeño, en victimismo está haciendo cada vez más callo y provocando un rechazo al hecho en sí y a todo lo que el se deriva que hasta puede facilitar las cosas, tristemente, a quienes han trazado la hoja de ruta de la secesión.
Pero subleva a la inteligencia y a la dignidad la ristra espantosa de mentiras, insultos y provocaciones que estos presuntos lideres moderados, donde destaca como farsante más untuoso, el engolado Duran Lleida, se han permitido lanzar contra todos nosotros este pasado fin de semana. Desear la independencia puede ser una causa, mentir de la manera atroz que lo hacen y que por desdicha los adoctrinados seguidores creen a pies juntillas, tendrá efectos perversos en algún futuro, pero el paso ahora dado, el del desprecio, la xenofobia, el odio contra todo lo español, el racismo que ya se percibe en muchas pulsiones y ese cavernario y cada vez mas reaccionario sentimiento de superioridad, de yo soy el rico y tu un pobre muerto de hambre, y me separo porque apestas, supera cualquier límite de decencia y todos listones de la más repugnante de las ideologías. Tampoco resulta nada extraño que tales cocciones lleguen a su punto álgido en épocas de debilidad y en momentos de apuro. Justo cuando el apoyo de todos, el mutuo empuje y esfuerzo para remontar juntos es cuando aparecen y descubren lo más procaz de su doctrina. Lo hicieron el pasado domingo.
Pero a lo que podía preveerse, porque en el fondo, lo que Mas está escenificando es lo previsto, se une el dislate de una izquierda trastornada, absorbida y genuflexa ante ese ideario. El PSC se acaba de dar su propio tiro de gracia haciendo un daño irreparable a su formación y a una alternativa no nacionalista en Cataluña. De paso clava todavía más hondo un puñal en las entrañas del PSOE que con ello se sume aun más en la confusión y desvertebración. Un debe más en la terrible cuenta del zapaterismo. Pero todo ello no es nada con el mal que causa al conjunto de la ciudadanía, al cuerpo España al que deja entregado y rendido por ese flanco. Ciertamente no hay una razón siquiera para ser optimista en lo que el porvenir en este aspecto nos depara.
PD. Como es costumbre, el que insulta, oprime, veja y desprecia es quien se hace el insultado y se pone vendas en supuestas heridas. Hasta extremar el ridículo, pero que en este paroxismo todo cuela, de la "invasión" de Cataluña, con presuntas invasiones por tierra mar o aire que son el colmo de la tergiversación de la paranoia y de la mentira.