Publicado 15/01/2014 12:00

Carlos Carnicero.- ETA ya no es problema, pero puede serlo

MADRID 15 Ene. (OTR/PRESS) -

Mariano Rajoy también ha elegido actuar de don Tancredo en el tema de ETA; y los acontecimientos amenazan con atropellarle. La anulación de la doctrina Parot significó un duro golpe, con la excarcelación de todos los presos de ETA que obligó la sentencia de Estrasburgo.

La reacción de la víctimas y de los sectores más conservadores del PP ha sembrado la falsa sensación de que el final de ETA está ligado a concesiones que no se han podido demostrar.

El Gobierno tiene la estrategia de dejar pasar el tiempo hasta que ETA anuncie su disolución y proceda a entregar las armas de las que todavía dispone. Y ETA antepone su estrategia política de pretender un fin con cierta dignidad -bajo su punto de vista- que desacredite la tesis de su derrota y el fracaso histórico de la vía del crimen.

No se resignan a la evidencia de no haber conseguido absolutamente nada. El Estado de Derecho manifiesta sus servidumbres y su grandeza cada vez que ETA toma una iniciativa. Y en ocasiones, el espectáculo se materializa en contradicciones entre tribunales, jueces o instituciones sobre la legalidad o no de ciertas iniciativas que preconiza, cubierta o encubiertamente, la banda terrorista.

Hay una pregunta inquietante en el aire: ¿Será capaz la sociedad española de permitir la sensación de que ETA, en realidad, no ha sido derrotada? ¿Podrán los resentimientos personales o las disputas políticas establecer que el final de ETA no está constituido por una derrota sin concesiones?

ETA no tiene prisa en determinar su rendición incondicional. Pretende una negociación que conceda una pátina de grandeza a una decisión que en realidad obedece a una victoria política y policial que corresponde a los últimos gobiernos de España.

El PP obstaculizó hasta la saciedad las iniciativas antiterroristas de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. Ahora conoce desde el Gobierno lo irresponsable que fue alentar a las víctimas contra aquellas iniciativas. Alguno de los promotores estrella de aquella irresponsabilidad guarda silencio y se desentiende de sus discurso sobre una negociación encubierta con ETA. La prioridad de Jaime Mayor Oreja es que Mariano Rajoy premie su actual silencio con el Parlamento Europeo.

Mariano Rajoy debiera tener una agenda sobre el final definitivo de ETA. O como mínimo, simular que la tiene. Sobre todo para prevenir que ETA, que ya no es un problema, vuelva a serlo, si no con nuevos crímenes, con más victorias mediáticas.

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