MADRID 27 Nov. (OTR/PRESS) -
La recaudación fiscal lleva cuatro años registrando récords históricos. A pesar de ello, el Gobierno sigue con su política de subidas de impuestos y nuevas regulaciones para las empresas que ahondarán en los problemas actuales de competitividad, productividad e inversión. Los últimos datos conocidos sobre 2023 dejan claro que la facturación de las empresas bajó en todos los sectores con la única excepción de los servicios donde subió un 0,6%.
Aun así, 2025 será un auténtico calvario para las empresas. Desde Trabajo, con acuerdo o sin acuerdo de los empresarios, se reducirá la jornada laboral, subirá de nuevo el SMI y se encarecerá el despido. Por el lado de las cotizaciones, nos encontraremos con una cuota de solidaridad para sueldos por encima de los 59.000 euros, una nueva subida del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) impuesto al trabajo para autónomos, empresas y trabajadores por cuenta ajena y la continuación del destope de las bases máximas. Hace apenas unos días, la OCDE aseguró que España es el quinto país donde más ha crecido la presión fiscal. El impuesto sobre la renta y los beneficios empresariales son la segunda partida más alta al alcanzar hasta el 12% del PIB. Aun así, no parece suficiente para un Gobierno obsesionado con seguir recaudando para afrontar los compromisos con sus socios y seguir en el poder el tiempo que se pueda.
Lo vimos el pasado jueves en el Congreso de los Diputados. A pesar de que no se aprobaron algunos de los impuestos más dañinos, sí salió adelante, por ejemplo, el dirigido a la banca que, a pesar de los "graves efectos que tendrá en la financiación de hogares, empresas y la inversión" y se prometió a Podemos poner en marcha el que "sufrirán" las energéticas. El resultado ha sido que las empresas del sector no se fían y han reiterado que de momento congelan las millonarias inversiones que tenían previstas. El próximo año no va a ser precisamente un camino de rosas para empresas y hogares. Poco parece importar que en el país con más paro de la zona euro, con una bajísima tasa de productividad, con el PIB per cápita de hace años y 81 subidas de impuestos, se sigan tomando medidas que acrecienten estos problemas. No vale, como hace Sánchez, tomar el PIB como referencia, cuando ya sabemos que la subida tiene su origen en un 60% en el desmesurado gasto público.