MADRID 12 Feb. (OTR/PRESS) -
Un total de 430 víctimas del terrorismo procedentes de todo el mundo se reúnen en Salamanca desde hoy jueves y hasta el sábado, en el marco del VI Congreso Internacional sobre Víctimas del Terrorismo organizado por el Observatorio Internacional de Víctimas del Terrorismo de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU que tengo el honor y, sobre todo, la responsabilidad de dirigir. La ciudad charra va a ser durante setenta y dos horas la capital mundial del dolor, pero también de la dignidad y de la fortaleza moral, dos valores que encarnan de una manera ejemplar quienes mas han sufrido la sinrazón y la barbarie del terrorismo.
"No podemos olvidar lo inolvidable" acuño una víctima española hace tiempo y ¡cuanta sabiduría y profundidad! entraña esta frase. Es decir, no podemos olvidar, en el caso de España, que por defender nuestra libertad, nuestra democracia, nuestras normas de convivencia, muchas personas se han quedado literalmente en el camino. Exactamente, la banda terrorista ETA acumula en su macabra existencia un total de 857 personas asesinadas y miles de heridos más. Y por si esto no fuese ya suficiente, el 11 de marzo de 2004, nuestro País sufrió el atentado terrorista más brutal de nuestra historia con el balance de 192 muertos y cerca de 2.000 heridos en los trenes de Atocha. Por lo tanto, estoy muy de acuerdo: no podemos olvidar lo inolvidable.
La historia de España de la segunda mitad del siglo XX y de comienzos del XXI tiene que albergar, diría más, dedicar las páginas principales a las víctimas del terrorismo. Ellas son -como acertadamente definió el hermano del inspector del Cuerpo Nacional de Policía, Eduardo Puelles, asesinado por ETA en Arrigorriaga (Vizcaya) en junio del pasado año- los héroes de nuestro tiempo. Y una sociedad moralmente sana no puede ni debe olvidar nunca a sus muertos. Pero esa historia reciente o se empieza a escribir bien ahora, lo que implica el reconocimiento social que las víctimas se merecen, o se hará mal.
Estos Congresos Internacionales como el que se celebra en Salamanca quieren contribuir a ese objetivo de reivindicar la memoria, la dignidad de las víctimas y también pedir que se haga justicia con los asesinos de sus seres queridos. En la cita de Salamanca estarán presentes muchas víctimas y bastantes representantes institucionales que han querido con su presencia unirse a estos objetivos. Habrá un gran ausente: el presidente del Gobierno que ni ha tenido la cortesía de contestar a la invitación que desde la organización se le cursó el pasado mes de mayo para pronunciar la conferencia del acto de clausura de este VI Congreso. El sabrá por qué hace este feo a las víctimas del terrorismo de todo el mundo que se dan cita en Salamanca. No se lo merecen. Ya se ve que a la pérdida del sentido de la realidad que está caracterizando la acción política de Zapatero en los últimos meses se une también la pérdida de la mas elemental sensibilidad para estar unas horas, sólo unas horas, junto a quienes son, con mucho, lo mejor de nuestra sociedad: las víctimas del terrorismo.