Publicado 14/09/2018 08:01

Charo Zarzalejos.- Como un akelarre

MADRID 14 Sep. (OTR/PRESS) -

Cuando hace apenas cuarenta y ocho horas, el Presidente del Gobierno mostró su total apoyo a la entonces ministra de Sanidad, Carmen Montón, no podía ni imaginar la que se venía encima. Fue en cuestión de horas que su amiga y leal colaboradora tuviera que abandonar el ministerio, no tanto por las supuestas irregularidades como por el hecho incontestable del plagio de su trabajo final. Se fue y Carmen Montón se convirtió en alguien ejemplar, absolutamente ejemplar pasando de puntillas por el motivo último de su dimisión: un plagio que, como todo el mundo sabe, es algo que se hace con plena conciencia de que lo que estás escribiendo pertenece a otros a los que no se cita. Es muy probable que con el apoyo de los suyos, Carmen Montón hubiera podio aguantar si sólo -que no es poco- se hubiera tratado de irregularidades. Pero no se trataba solo de eso.

Casi sin solución de continuidad Adriana Lastra pide la dimisión de Pablo Casado. No podían permitir el sacrificio propio sin que hubiera otra víctima, en este caso el líder de la Oposición que nada ha plagiado y sobre el que se tiene que pronunciar el TS. En estas llegó Albert Rivera y logró sacar pecho en el Congreso cambiando la pregunta prevista, algo contemplado en el Reglamento de la Cámara, pero realmente excepcional. Ya dimitida Montón, interpelado, de nuevo Pablo Casado por el PSOE, sólo quedaba fuera del tablero el Presidente del Gobierno. Y ahí apareció Rivera que en esto de exigir es único. Dando un bajonazo parlamentario dio en el hígado del Presidente. Se interesó Rivera sobre su tesis doctoral, bajo sospecha desde hace mucho tiempo. Y aquí llegó la tormenta.

Y ha sido la vicepresidenta, como si los socialistas fueran ajenos al clima general, la que se ha lamentado de que en un día importante en el que se aprueba el decreto de exhumación de Franco, se aprueban medidas contra la violencia machista, etc... los periodistas le pregunten por la tesis del Presidente, afirmando, sin despeinarse, que "las derechas" no quieren que Franco salga del Valle de Los Caídos. Aquí todos pueden tener motivos para el lamento, pero el que menos los puede tener es precisamente el Gobierno, un Gobierno que ha hecho de la transparencia, de la honradez sin mácula uno de sus grandes objetivos. ¿Alguien cree que Ribera y Casado son unos trasnochados franquistas?. ¿Alguien cree que si en lugar de la tesis -son palabras mayores- de Pedro Sánchez se hubiera tratado de la de Pablo Casado o Albert Rivera, ellos, los socialistas hubieran tenido alguna compasión?. Ninguna.

Y este es el problema de fondo. Que se ha perdido, entre nuestros pollitos, el sentido de la medida e incluso del ridículo. El espectáculo es más que lamentable como si el griterío, el insulto innecesario, el lanzamiento de sospechas sobre el adversario ayudara a la verdad, a la transparencia que es de lo que se trata. De la verdad y la transparencia y no del vulgar cálculo político y electoral que ya provoca bochorno y en España hay los suficientes problemas como para permitirse el lujo de hacerse trizas entre sí.

Y así, hechos trizas, tendrán que seguir en una legislatura que se agotará cuando el Presidente quiera, pero nada ayuda a pensar que pueda llegar al 2020. Si se llega al próximo setiembre será casi un milagro.

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