MADRID 6 Sep. (OTR/PRESS) -
En las últimas horas si algo no ha faltado ha sido un buen número de noticias: discurso del Presidente en el Instituto Cervantes, nombramiento, muy en la línea del actual Pedro Sánchez, del ministro Escriva como gobernador del Banco de España, remodelación quirúrgica del Gobierno y nuevo jefe de gabinete del jefe del Ejecutivo, sin olvidar la lamentable ausencia de debate serio y gran acuerdo en materia de inmigración, y el alivio que supone el desbloqueo existente en el CGPJ con el nombramiento de la magistrada Perelló, rompiendo así la trayectoria de que solo un hombre podía presidir el Tribunal Supremo y el propio órgano de gobierno de los jueces
Nada de todo esto es irrelevante, sin embargo la expectación más inmediata era la intervención de la ministra de Hacienda en el Senado. Los más optimistas esperaban explicaciones para saber qué es exactamente lo acordado con ERC en materia fiscal para Cataluña, pero como era previsible, María Jesús Montero no se salió del guion ya conocido, de manera que el misterio continúa en un asunto que va más allá del dinero.
A día de hoy no sabemos quién dice verdad. Lo que hay encima de la mesa es un documento explicitado y defendido por ERC con el silencio estratégico de los socialistas, no fuera a ser que las bases del partido de Marta Rovira no fuera a dar el placet a la investidura de Illa como presidente de la Generalitat, que es de lo que se trataba.
Es impensable que María Jesús Montero no haya dado, como poco, el visto bueno al tal documento, que no lo conociera y ahora el silencio de hace unas semanas se ha convertido en la ceremonia de la confusión, una ceremonia calculada que ERC y Junts se niegan a compartir. El documento que todos conocemos está ahí, blanco sobre negro y, como bien afirma la ministra de Hacienda, dice lo que dice. Y dice que Cataluña recaudará el cien por cien de los impuestos, defiende el sistema de ordinalidad y se habla de solidaridad. Lo que no se explica es si, al igual que ocurre con el Concierto del País Vasco, la comunidad autónoma asume el riesgo de una baja recaudación sin que pueda acudir al auxilio del Estado. El País Vasco recauda y asume riesgos. ¿Con Cataluña ocurrirá igual?.
El Gobierno y el PSOE saben que se han metido en una vereda un tanto tortuosa en la confianza de que, regando de dinero a las autonomías gobernadas por el PP, se acabe el debate, como si lo que hubiera encima de la mesa fuera un problema estricta y exclusivamente económico. Es mucho más porque si no también tiene su misterio que, en medio de la dialéctica gubernamental, se incluya el término federal y que se haga de manera reiterada y pensada. No es un lapsus.
No comparto el criterio de que España se rompe. No se va a romper. Lo que sí puede ocurrir es que se canse. Ya ocurre que la palabra del Presidente está de rebajas y ya existe la intuición generalizada de que al final, el ejecutivo tratara por todos los medios satisfacer a esos siete votos mágicos a los que se refirió el portavoz de Junts en el Senado. Habrá promesas al BNG y a Compromis y lo que hoy parece extremadamente difícil, cuando llegue el momento de votar, todo será más fácil de lo que parece.
Al presidente se le vio muy seguro de sí mismo en su discurso del Instituto Cervantes. Su seguridad le viene de un hecho, por otro lado bien cierto, y es que nadie del bloque que mantiene al Gobierno está por la tarea de dejar el camino libre a un eventual triunfo del PP. Que no gobierne la derecha es un pegamento más fuerte que los enfados con el Ejecutivo. Esta circunstancia no tiene mucho misterio. El misterio continúa en ese acuerdo Gobierno-ERC. O hay connivencia para que el misterio continúe o todo suena a broma muy irresponsable.