Publicado 26/04/2024 08:01

Charo Zarzalejos.- La reflexión

MADRID 26 Abr. (OTR/PRESS) -

Reconozco mi estupor. Se sabe que la realidad supera la ficción pero aún así no creo que haya un solo español que pudiera imaginar la reacción del presidente del Gobierno, que se ha concedido a sí mismo cuatro días para reflexionar sobre su continuidad al frente del Ejecutivo.

Es más que sorprendente y, desde luego, muy cuestionable que una decisión de semejante calibre se dé a conocer a través de una carta difundida por las redes sociales, olvidándose así del carácter institucional tanto del cargo como de la decisión final. Cuatro días de reflexión dan mucho de sí.

Lo que es obvio en política es que las estrategias no se anuncian, se ejecutan. Este ha sido el estilo del presidente: dijo que iba a luchar por la secretaría general del PSOE y lo hizo. Lo mismo ocurrió cuando, de manera sorpresiva, convocó las últimas elecciones. En estas decisiones no hubo carta, ni jornadas de reflexión, al menos públicamente. Tenía la decisión tomada y se puso manos a la obra.

En esta ocasión ha elegido otro camino. Un camino carente de toda institucionalidad que pone al país en situación de impasse y que ha saltado a la prensa internacional en términos indeseables tanto para él como para su mujer y, por supuesto, para España. Así no se hacen las cosas. Un presidente del Gobierno ni puede ni debe brindar semejante sorpresa ni a los suyos ni al conjunto de los españoles.

Renunció de manera deliberada a juguetear con cuál puede ser su decisión final. Puede ser cualquiera. Desde la dimisión a la cuestión de confianza. El lunes saldremos de dudas. Mientras tanto no tiene agenda pública y en los interiores del PSOE profundo y de su equipo de Moncloa también han entrado en jornadas de reflexión porque todos están noqueados por una decisión absolutamente inédita y sorpresiva y, esto es importante, carente de la más mínima dosis de institucionalidad. Ningún presidente del Gobierno ha actuado de manera semejante y no ha habido presidente que no haya tenido que superar momentos de extrema dificultad.

Ocurre en política que ignorar la realidad es arriesgarse a que esta se tome su revancha. Que fácil hubiera sido todo si desde el primer momento se hubieran dado explicaciones, ente otras razones, porque ni ha habido el mas mínimo desmentido de las acciones de Begoña Gómez que aunque pueden no ser delictivas son, cuando menos, imprudentes.

Es la primera vez en la historia democrática que la consorte del jefe del Ejecutivo es noticia y ya se sabe o debería saberse que, cuando una persona decide entrar en la vida política, es inevitable que eso se que se llama "entorno personal" entra también en la esfera pública. Si eso es correcto o no es cuestión aparte; el hecho es que la prudencia y ejemplaridad que recaen sobre el político se extienden también a ese entorno. La política no es solo cargo, es también carga, una que hay que compartir con ese "entorno" y ese entorno está tan obligado como el político en cuestión a mantener un perfil prudente, libre de toda sospecha y alejado de cualquier situación que pudiera generar equívocos. En el caso que nos ocupa, no ha ocurrido esto porque la estética, tan importante como la ética, ha fallado estrepitosamente por una ausencia total de prudencia de quien nunca debería haber tenido el protagonismo que ha tenido Begoña Gómez.

Ignoro si Pedro Sánchez solo está extremadamente dolido, si se siente abrumado, si se siente cansado o si es todo una estratagema (una más). Lo ignoro. Lo que sí se es que así no se hacen las cosas. Que no se puede tener a todo un país en vilo a través de una carta sin logo alguno y que no se puede poner en el alambre a su propia gente.

El episodio es más que lamentable y las formas elegidas absolutamente inapropiadas. Un hombre abatido reflexiona en silencio y si se va, comparece lo dice y lo hace, pero así no, Presidente.

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