MADRID 3 Ene. (OTR/PRESS) -
Ya hemos estrenado el 2025. Ahora nos llegan los mismos mensajes que al inicio del 24. Nos cuentan cómo perder los kilos ganados en Navidad, lo bueno que es hacer deporte y lo importante que es llevar una vida saludable, sin estrés, con alimentación sana y, sobre todo, sin disgustos ni sustos. Siempre ha sido así y parece que ninguno de estos mensajes, de estos consejos y recetas, va a desaparecer . En este punto seguimos siendo los mismos.
Y los mismos somos en otros muchos aspectos como es, por ejemplo, en el galopante aumento de los precios. Todo ha subido. Desde los seguros de sanidad privada, hasta la luz, sin olvidar la próxima desaparición del IVA en productos básicos. En poco tiempo subirá el diésel y la vivienda está disparada, por no decir de imposible acceso no ya para los más desfavorecidos, que por supuesto, sino para la inmensa mayoría de ciudadanos y familias, aún cuando tienen trabajo. A no tardar, la población entrará, sino lo ha hecho ya, en el estrés económico por mucho que la economía crezca. El afán recaudatorio del Gobierno está llegando a límites, para muchos, absolutamente insoportable.
Seguimos siendo los mismos cuando vemos como a Canarias llegan miles de personas en cayucos en lo que incluso se cometen crímenes por parte de patrones desaprensivos a los que parece nadie puede controlar. ¿Tan difícil es controlar y sancionar a mafias crueles que se lucran con las necesidades ajenas?.
Seguimos siendo los mismos cuando nos enteramos que en Irán a un cantante que pedía a las mujeres quitarse el velo y dejar su pelo al aire, además de haber estado en prisión casi dos años, ahora va a ser castigado a recibir 74 latigazos y así librarse de pagar casi 200.000 euros de multa. ¿Como es posible que el mundo permita semejante salvajada que nos devuelve a la Edad Media?.
Somos los mismos que contemplamos como las guerras parecen no tener fin ni en Ucrania ni en Gaza. Contamos el número de muertos, nos entran escalofríos pero lo cierto es que quienes tienen la posibilidad de acabar con tanto horror parece no haber encontrado la fórmula para evitar más regueros de sangre. Somos los mismos que aceptamos que en la gran democracia americana continúe existiendo la pena de muerte y que nada pueda impedir que el dictador Maduro vaya a tomar posesión de su cargo en los próximos días sin que nadie le exiga de manera contundente las actas electorales, sin que nadie denuncie con claridad el atropello a la dignidad de las personas el tener prisioneros a más de 2.000 venezolanos por haber expresado su opinión. Nuestro Gobierno, que se sepa no lo ha hecho al menos con la claridad y rotundidad deseable.
Somos los mismos que contemplamos atónitos cómo, aprobada la ley que trata de ayudar a vivir a los enfermos de ELA, aún no cuente con la necesaria y justa dotación económica. ¿Que impide dotar de esos fondos?. Vamos camino, si no estamos ya, en el camino en el que está más protegido morir que vivir.
Somos los mismos a quienes la celebración de la muerte de Franco en su cama no nos va a traer ni bajada de precios, ni los cayucos, ni va a permitir que en muchos hogares se anden con cuidado a la hora de enchufar una estufa porque la luz se ha disparado ni va a dotar el día 9 de los fondos necesarios para los enfermos de ELA. Los datos macroeconómicos son buenos pero todo iria mejor si los horrores del mundo desaparecieran y la famosa cuesta de Enero se convierta en una rampa plena de obstáculos. En fin...