MADRID 7 Jul. (OTR/PRESS) -
EL fiscal general de Zapatero, que degradó su cargo y condición afirmando, sin matices, que las togas se deben manchar con el polvo del camino, es decir, que la justicia debe adaptarse a la situación política -y por lo tanto coyuntural y caprichosa del momento- ha dicho ahora que los recortes son el atraco perfecto. Cándido Conde Pumpido, magistrado del Tribunal Supremo fue al Escorial para participar en una mesa redonda sobre el derecho del Trabajo y mientras sus compañeros de mesa, María Emilia Casas, Fernando Grande Marlaska o Antonio Ferrer, se limitaron al tema a debate él ofreció a los presentes un auténtico mitin político cargado de intención y de intenciones.
El exfiscal general del Estado dijo, sin mas, que se está utilizando la crisis para desmantelar el estado de derecho, se manifestó rotundamente en contra del rescate de Bankia y tras desgranar minuciosamente los blindajes millonarios de los contratos de su cúpula directiva concluyó que "con estos gastos no es extraño que haya tenido que ser objeto de rescate". Personalmente estoy de acuerdo que lo de Bankia es un escándalo que debe tener responsabilidades políticas y penales, y que debe aclarase hasta el último céntimo que se derrochó en la cuarta entidad financiera de España a manos llenas. Lo que me sorprende es que é no hiciera un diagnóstico similar cuando estalló el tema de Caja Castilla-La Mancha, y otras muchas cajas de ahorro, que manejadas por políticos de todos los colores ideológicos, terminó quebrando y muchos de sus directivos se han ido de rositas y con su futuro holgadamente solucionado.
En su etapa de fiscal general se produjeron muchos de estos escándalos que no se investigaron o si lo hicieron fue de manera muy somera, pero tal vez en ese momento era mejor arrastrar la toga por el polvo del camino para no perjudicar al entonces inquilino de la Moncloa.
"No nos dejemos engañar. El problema no está en el gasto público ni la solución es una austeridad histérica que nos esta conduciendo a la ruina". Si la frase fuera de Alfredo Pérez Rubalcaba o Cayo Lara entenderíamos que es una postura coherente, desde un postulado de la izquierda' y que, como es su obligación, ambos intentan desgastar como sea al gobierno que acaba de llegar y minar cualquier medida que se adopte que se aleje de su posición ideología. La objeción es, simplemente, por el hecho de que sea Cándido Conde Pumpido quien lo diga, el mismo que tuvo una postura obstruccionista a la hora de investigar el escandalazo de los Ere en Andalucía, el villa PSOE, el caso campeón, el chivatazo etc, etc.
El exfiscal es un jurista de gran prestigio y experiencia que era muy respetado entre sus compañeros, hasta que muchos vieron una actitud política, sectaria y claramente partidista en su etapa al frente del Ministerio Público. Con él Montesquieu estuvo enterrado bajo cemento armado, y claramente perjudicó a la separación de poderes por su aproximación sin escrúpulos al poder político que le nombró y le mantuvo con una actitud tan servil como escandalosa. Evidentemente él como ciudadano tiene derecho a pensar como le plazca y decir lo que quiera ejerciendo su libertad de expresión pero cuando aun la Justicia se está lamiendo las heridas de algunas de sus resoluciones hechas a medida de Zapatero, debería ser mas prudente en sus análisis públicos. O tal vez, la mejor opción es que se presentara a las próximas elecciones y así haría política, abiertamente, y los ciudadanos podían aplaudirle o criticarle, premiándole o castigándole con su voto. Su solidez intelectual, que la tiene, tal vez vendría muy bien para la política de este país, muchos de cuyos representantes están huérfanos de ella, pero ¡claro¡ siendo como es magistrado del Supremo no quiero ni imaginar que pasaría si algunos de los que no piensan como él dependan de sus veredictos. Desde luego no fue el paradigma de la independencia del poder judicial y esa mancha en su brillante curriculum de antaño no se puede borrar de la noche a la mañana. Claro que ahora aseguro que ya no dice eso de las togas, el polvo y el camino. ¡Que terrible maldición la de las hemerotecas¡