Actualizado 23/09/2015 12:00

Más que palabras.- El Papa y la reolución

MADRID 23 Sep. (OTR/PRESS) -

Este Papa me gusta mucho. No porque esté rompiendo esquemas, que lo está haciendo, o porque sea un auténtico revolucionario, que lo es en la verdadera acepción de la palabra, o porque esté cambiando los viejos tópicos de la Iglesia, cosa que esta ocurriendo. Me gusta porque es un hombre valiente que, casi siempre nos sorprende en los momentos clave. En esta ocasión todas las miradas estaban puestas en su visita a los lugares emblemáticos del castrismo y en vez

de hablar de ideología ha hablado de entrega a los más débiles: "Nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre compasión y nos lleva a involucrarnos, para servir, en

la vida de los demás", dijo en su última homilía cargada de mensajes sencillos: "Nuestra fe nos saca de casa para visitar al enfermo, al preso, al que llora, y también para reír con el que ríe, a

alegrarse con las alegrías de los vecinos".

Como han señalado los corresponsales que han seguido la visita, en un país caracterizado por tantas "Plazas de la Revolución", las palabras de Francisco han sido de nuevo un soplo de aire fresco hacia una Iglesia que después de este Papa no será la misma y parece haber salido de un largo y decadente letargo. "Queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación", dijo después de pedir a los fieles, una plegaria "por todos los gobernantes, para que ejerzan la autoridad con justicia". Y eso lo ha dicho en un país donde la libertad ha sido demasiado tiempo una simple palabra hueca .

Esta visita ha tenido mucho sentido de la oportunidad pastoral pero también política. No sólo porque con la ayuda de la mediación del primer Papa latinoamericano, La Habana y Washington

reabrieron en julio sus embajadas tras más de medio siglo de tirantez, sino porque ahora buscan suavizar el férreo embargo que Estados Unidos aplica sobre la isla desde hace décadas.

Desde que la revolución de 1959 encabezada por Fidel Castro llegó al poder, se estima que unos dos millones de cubanos han abandonado la isla y que 1,3 millones viven hoy en el exterior, la mayoría de ellos en Estados Unidos, donde muchos exiliados separados de su tierra llevan décadas esperando la caída de los Castro. Por eso el Papa ha insistido en los mensajes de la unidad y la reconciliación y también por eso, por las heridas que siguen en carne viva, Francisco

ha sido discreto en sus pronunciamientos políticos y ha pedido a los cubanos dejar de lado las ideologías y evitar la seducción del poder.

No ha habido grandes frases aunque sí grandes fotos, no sólo con Fidel -un anciano de 89 años ahora de apariencia vulnerable- sino con unos fieles que han abarrotado todos los actos llegados de toda Latinoamérica y también desde Estados Unidos después de medio siglo de guerra fría.

Ésta no ha sido una visita más, ni este será un pontificado más. Francisco ha entendido de verdad lo que significa la acción social de la Iglesia y algo tendrá en su forma de entender las cosas que hasta los ateos y los agnósticos le aplauden. Me gusta este Papa que tiene la habilidad de no tener que hablar entre líneas porque se le entiende todo y no se deja seducir fácilmente por los poderosos ni se muestra complaciente con ellos. Bergoglio es el tercer Papa que visita la isla pero este periplo pontificio dejara una gran huella.